Por Carme Castro, CEO de Kainova | Las empresas, de una u otra forma, se están transformando para afrontar con éxito los desafíos múltiples y continuos con los que las circunstancias del entorno las asedian. También lo están haciendo para adecuarse a la flexibilidad, agilidad e innovación que necesitan para crecer en un contexto BANI: Brittle (frágil), Anxious (que genera ansiedad), Non-linear (no lineal) e Incomprehensible (incomprensible).
Sin embargo, y a pesar de los esfuerzos por responder a un mundo altamente retador, el progreso y su velocidad no dan tregua. Aún están las empresas volcadas en el proceso de digitalización y asumiendo su incorporación en las actividades de los profesionales, cuando una nueva disrupción tecnológica irrumpe en escena: la inteligencia artificial generativa.
La aplicación de la inteligencia artificial generativa (IAG) tiene una dimensión superior a los sistemas que hasta ahora hemos conocido en las organizaciones, gracias a su capacidad intelectual de interpretar información con un lenguaje natural.
La IAG aplicada a la actividad empresarial
Aunque el uso de la IAG se está definiendo y redefiniendo a medida que mejora su aprendizaje y que avanza en sus posibilidades, existen algunas aplicaciones básicas al alcance de cualquiera, para simplificar o casi automatizar tareas como la redacción de mails, la creación de imágenes o la traducción de idiomas, por ejemplo.
Existe, sin embargo, una faceta de la IAG en el ámbito empresarial, algo más compleja pero también mucho más extraordinaria, que puede aportar una potencia indiscutible a cualquier organización que aprenda a utilizarla con criterio para obtener su máxima potencia. Y es la capacidad que tiene para actuar como un consultor experto en cualquier materia sobre la que exista información en Internet.
Las posibilidades para explorar son tantas en el ámbito empresarial que, a priori, cabe plantearse la IAG como un consultor experto que acompaña a los profesionales de la empresa para analizar información necesaria en la toma de decisiones, diseñar planes ejecutivos, buscar soluciones a problemas o definir el plan de trabajo para implementar una idea o solución. Son algunas de las ideas aplicables a negocio. Por ejemplo puede realizar un informe de ventas para el equipo directivo, analizar las oportunidades de reducción de costes, diseñar un evento, encontrar soluciones en la atención al cliente, elaborar un plan de marketing para el lanzamiento de un producto, redactar una secuencia de mails para interactuar con tus suscriptores…
La IAG se convierte, orientada con los comandos adecuados, en un consultor que, en realidad, es el máximo experto, puesto que, no solo dispone del mayor volumen de información existente, también tiene la capacidad, interactuando con ella adecuadamente, de proporcionar en apenas unos segundos las mejores ideas y soluciones, tanto estratégicas como tácticas.
La IAG como aliado
Una capacidad que convierte a la IAG en un aliado perfecto en la estrategia y en la táctica de cualquier organización. Reduciendo los tiempos drásticamente por un lado y por otro ofreciendo respuestas, ideas o soluciones personalizadas y con un nivel de creatividad tan elevado como la capacidad que tengamos de interaccionar con ella.
La IAG se puede convertir en el consultor que todo directivo querría tener cuando se enfrenta a la ardua tarea de diseñar una estrategia ganadora, analizar velozmente información de mercado y evaluar diversas alternativas de crecimiento.
Su velocidad de procesamiento es tan alta que te permite explorar, en una pequeña fracción del tiempo que hubieras requerido sin ella, diferentes escenarios, evaluar en cada uno de ellos diversas hipótesis, contrastarlas y afinarlas para tomar mejores decisiones.
Una disrupción tecnológica que un CEO debe considerar pues podría convertirse en su aliado ágil y experto. La estrategia es una apuesta a futuro que requiere de una dosis de intuición sobre la información para definir una estrategia ganadora.
El poder de las buenas preguntas
Llegados a este punto, las empresas que quieran ser competitivas a medio y largo plazo se verán forzadas a dar un paso más. Dado que la información y el procesamiento de la inteligencia artificial generativa es accesible a todos, la diferencia estará en la capacidad de interactuar con ella para obtener el mejor resultado. Es decir, la IAG nos invita a elevar nuestras propias capacidades.
Lo importante no es tanto la cantidad de información que pueda manejar como la capacidad del ser humano para extraer de esa información resultados extraordinarios.
La habilidad del ser humano para razonar, discernir, pensar críticamente, adquiere un protagonismo que, si se lo damos, elevará nuestras capacidades, las de nuestras empresas y sociedades. Y lo hará siempre que pongamos los medios para hacerlo, porque en el entorno empresarial, cualquier profesional podrá multiplicar sus resultados gracias a la IAG, no solo por su velocidad a la hora de proporcionar el resultado experto a una petición que le traslademos, sino también por realizar tareas que a una persona le llevarían un tiempo determinado, a simple golpe de click.
¿Significa todo esto que la IAG es la panacea? Todavía no. Dado que se nutre de información que está en la red y que se entrena con cada una de las interacciones que realizamos con ella, no siempre el resultado será veraz o del todo correcto, por ello el criterio del ser humano para discernir e interaccionar con la IA será especialmente necesario.
Lo que sí parece que podemos apuntar es que aquellas organizaciones que antes comprendan y adopten la IAG como el consultor experto al que hay que saber guiar y criticar, y aprendan a hacerlo, establecerán una ventaja competitiva muy superior al resto.
Vía: Canal CEO
