Despierta al caballo de Troya que incrementa la rentabilidad de tu organización

Todos conocemos la historia del caballo de Troya. A nosotros, en Kainova, nos gusta especialmente. Porque nos recuerda mucho a uno de los ejes esenciales de la empresa líquida: el...

Todos conocemos la historia del caballo de Troya.

A nosotros, en Kainova, nos gusta especialmente. Porque nos recuerda mucho a uno de los ejes esenciales  de la empresa líquida: el Talento.

Y es que, por naturaleza, el talento funciona de un modo muy similar a esta estrategia empleada por los griegos para ganar la batalla que durante diez años los desgastó y mantuvo en combate contra los troyanos.

Al igual que hizo Troya aceptando el caballo como un presente que guardar tras sus murallas, las organizaciones deberían recibir el talento abriéndole sus puertas de par en par. Y una vez dentro, no sólo permitir su liberación, sino facilitar y promover su expresión y crecimiento.

Porque al hacerlo, las compuertas que se abren liberan múltiples y variados beneficios cuyo cometido final es la sostenibilidad y crecimiento de la organización.

¿Cómo lo hacen?

La naturaleza diversa del talento genera, a su vez, efectos positivos que propician este fin. Sin embargo, hoy queremos centrar la atención en un beneficio muy concreto cuyo protagonismo en las organizaciones es especialmente relevante: el incremento de rentabilidad.

Y estamos tan seguros de que esta relación es directa, que lo hemos convertido incluso en nuestra promesa de portada.

Junto al tagline de Kainova, La Revolución del Talento, escribimos en letras grandes y claras: Aumenta un 20% tu rentabilidad y dispara tu competitividad sin límites.

Y no nos tiembla el pulso al decirlo.

Porque la experiencia y observación de lo que sucede en las empresas cuando ponemos en marcha los mecanismos de acción del talento nos demuestra con métricas que es así, que al hablar de Talento en acción estamos hablando de un verdadero caballo de batalla que incrementa la rentabilidad de las empresas.

En el escenario incierto y volátil en el que nos movemos, lo uno, impulsa lo otro.

Veamos cómo actúa este caballo en las organizaciones y por tanto, cómo podemos ganar las batallas futuras.

La forma de tu caballo de Troya

No siempre es fácil definir qué es exactamente el Talento, ya que en realidad las personas tenemos varios talentos.

Para detectar claramente cómo debe ser tu caballo, yo defino el talento como el conjunto de:

Conocimiento + Experiencia + Habilidades

Que además, són únicas para cada persona.

Esto comporta dos implicaciones importantes para la empresa:

  1. Cada persona contribuye en la cuenta de resultados en mayor o menor medida.
  2. Cada persona contribuye en la cuenta de resultados de distinta forma.

Este segundo punto, en particular, implica mucho más de lo que a simple vista pudiera parecer. Y es que, a partir de la combinación única de las distintas formas de talento en acción que se den en una organización, obtendremos los resultados que nos permitan marcar una diferencia relevante con respecto al resto de empresas del sector.

Cuando nadie más puede ofrecer lo que tú ofreces (en forma, calidad, experiencia de cliente) – porque es resultado de esa combinación única e impulsada adecuadamente -, el incremento de rentabilidad que tanto buscamos, pasa a ser una realidad.

Abrir las compuertas

Abrir las puertas al talento y por tanto, a la rentabilidad que se deriva de su expresión, tiene mucho que ver con una de las principales consignas de la nueva era: el aprendizaje constante.

Cada día tienes la oportunidad de aprender algo nuevo.

Vivir una experiencia trae consigo varios aprendizajes siempre que estés atento a ellos.

En un mundo en constante cambio, que demanda creatividad y adaptabilidad, ser capaz de captar e integrar estos aprendizajes a medida que se van dando, se convierte en una habilidad más que necesaria.

Porque las personas que aprenden y evolucionan constantemente, afloran su talento en sus funciones.

Un talento que por definición es creativo y adaptativo, y que por tanto, será capaz de crear la respuesta necesaria a cada situación.

Y un talento que, en la medida en que además de aflorar, crece y perfecciona su expresión, se tangibiliza en resultados mejorados: de la eficiencia, del servicio, de los procesos, la comunicación, el clima laboral…

Todas las variables que afectan a la rentabilidad cuentan con el talento como factor multiplicador.

Aprender, aflorar el talento, mejorar resultados.

Lo maravilloso del proceso de mejora, es que cualquier persona puede adquirir el hábito de indagar y extraer información valiosa para seguir progresando en sus talentos.

Aunque algunas personas no sepan por dónde empezar y necesiten del modelo y consejos de otras.

Lo que podemos aprender de aquellas que evolucionan constantemente, es que lo hacen porque tienen la capacidad de transformar situaciones en aprendizajes y nuevos conocimientos. Y tienen la capacidad también, de detectar el juego de sus habilidades en ellas.

No es de extrañar, por tanto, que las que destacan en un área concreta, habitualmente destaquen en varias. Y eso les otorga mayor capacidad de manejo en su actividad profesional.

Por ejemplo, será difícil encontrar una persona responsable de un proyecto que únicamente posea dominio de su área de expertise técnica. A medida que haya ido creciendo profesionalmente, lo habrá hecho también a nivel personal, evolucionando varias de sus habilidades a través de las situaciones que se ha ido encontrando en el desempeño de su trabajo.

A parte de los frutos del mecanismo de aprendizaje constante, existe otro punto importante que en el avance hacia el futuro, las empresas que quieran resultar ganadoras, no pueden obviar:

Lo que hasta ahora era una opción libre – el aprender más o menos – hoy, en la era del Talento, ya no es una opción.

Ni para las personas, ni para las organizaciones.

Esta es la realidad que la constante evolución y rapidez de la tecnología impone a nuestras vidas.

Por eso, las empresas de este siglo necesitan talento que vaya a ritmo de esa tecnología, e incluso por delante.

Porque las empresas participan ahora en una carrera en la que cada imprevisto en el camino (cada cambio que se produzca en el entorno), se supera reinventando, innovando y ofreciendo los mejores servicios y productos.

Por eso es una carrera sin fin en la que en cada paso debe existir una innovación para poder seguir en ella sin ser descalificado.

La capacidad de generar constantemente esa innovación y permanecer en la competición reside en la liberación, expresión y desarrollo del talento.

Talento creativo. Talento innovador. Talento que se refleja directamente en la cuenta de resultados a través de incrementos de rentabilidad.

El mundo nos está regalando ya ejemplos de ello, como el caso de los premios EMMY 2021 otorgados a Netflix, una plataforma que está liderando el sector del entretenimiento, frente a grandes empresas de esa industria con una larga trayectoria.

Tal y como ha expresado la prensa:

“Nunca antes una plataforma de streaming había ganado a la vez en sendas categorías. Con estos triunfos, se establece el dominio de una marca que transformó la forma de ver televisión”.

¿Alguien es capaz de dudar de la rentabilidad de Netflix? ¿De su crecimiento? ¿De su capacidad de pervivir?

Y un dato adicional, en Netflix todo empieza por lo que ellos llaman “densidad de talento”. Desde luego, no son necesarias muchas descripciones para intuir que su punto de partida es concentrar y estimular el mejor talento.

Todo esto nos aporta una idea guía para nuestras organizaciones: la innovación, cuyo pilar fundamental es el talento en acción, debe convertirse en la bandera de las empresas.

Y esa misma innovación requiere que el talento esté en constante aprendizaje, permanentemente estimulado para ofrecer cada vez, un poco más.

El conocimiento tiene que ser mejorado, desafiado, y crecer constantemente, o se desvanece.

(Peter Drucker)

Los desafíos son, por tanto, una forma de lograr que los aprendizajes avancen y que el esfuerzo que supone estar en la carrera sin fin, pueda disfrutarse y significar la diferencia.

Una diferencia que marcan las personas, su talento.

Las empresas han de acompañar a las personas  a realizar esa transformación personal que despierte, eleve y ponga en acción su talento, aportando los medios para facilitar el camino y que sea lo menos traumático posible, aunque jamás podrán obligar a nadie.

Desarrollar el talento es una responsabilidad individual.

Por eso es necesario generar el contexto adecuado, ya que entrar en una empresa donde la innovación forma parte del adn, hace que discutir ese modo de hacer pierda el sentido ante la persona que se incorpora de nuevo.

Por ejemplo, si quieres incorporarte a Google, estoy segura que de entrada no estarás esperando una posición tranquila en la que una vez la controles puedas acomodarte en esa zona de confort.

Todo lo contrario, estarás dispuesto a moverte constantemente de tu zona de confort, lo que te llevará a incrementar rápidamente tus talentos.

En cambio, es muy probable que si estás en una empresa desde hace años, y la empresa está haciendo un giro hacia la innovación, tu velocidad de aprendizaje sea inferior, por la resistencia innata a salir de esa zona en la que sientes que todo está bajo control. Estarás, tal vez de forma inconsciente, poniendo frenos al avance.

Por esto, generar el contexto para que el talento se desarrolle es una responsabilidad empresarial que afectará directamente a su cuenta de resultados.

Y en este contexto, es el hábito de la excelencia, del inconformismo, de buscar siempre la mejor solución, lo que lleva al talento a estar en constante crecimiento.

Un crecimiento que repercute directamente en los resultados porque, la misma tarea realizada por un profesional o por un profesional con (más) talento, marca la diferencia.

Una de esas diferencias es la capacidad de ofrecer una respuesta ágil y certera.

Ágil porque está habituado a desafiar su talento en busca de soluciones y por tanto su conocimiento, experiencia y habilidades le permitirá localizar o idear una solución con rapidez.

Certera porque habrá aplicado todos los aprendizajes realizados y tendrá la capacidad de vislumbrar la probabilidad de éxito de la solución planteada.

Ambas representan una rápida respuesta, eficaz y eficiente, en el desempeño de su actividad.

La rentabilidad se incrementa al galope 

Se puede pasear, trotar o galopar. Pero si lo que quieres es ganar velocidad en la mejora de resultados, la clave está clara:

A mayor talento, mayor rentabilidad.

Si ofreces lo mismo que la competencia y con las mismas tarifas, pero el resultado que ofreces es más satisfactorio para tus clientes e inviertes menos tiempo en su producción, tu rentabilidad acaba de incrementar.

Y no hablemos ya de cómo se disparará este crecimiento si, mientras tu competencia sirve X, tu eres capaz de ofrecer X+Y.

¿Cómo lo consigues?

Porque el talento en acción del que dispones te permite marcar esa diferencia y continuar haciéndolo a medida que sigue evolucionando sin parar.

Las empresas disponen, en muchas ocasiones, de caballos de Troya dormidos, desmotivados. Personas y equipos con la capacidad infrautilizada de aportar un valor nuevo que signifique una diferencia más que relevante en la cuenta de resultados de la organización.

Existe un camino que conduce a las empresas hacia esa dimensión de su actividad diaria en la que el talento del que disponen (y el nuevo que llegará), despierta y florece para aportar desde la innovación: la empresa líquida.

Desde esta empresa líquida, el talento y la innovación se convierten en los máximos responsables de los incrementos de rentabilidad que aseguran la sostenibilidad y crecimiento de la empresa.

¿Y acaso no es esto lo que, a fin de cuentas, andamos buscando en nuestro entorno incierto, volátil, complejo y ambiguo?.

Tenemos el caballo, ahora es el momento de abrir compuertas y empezar a galopar.

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