Una de las mayores fuentes de conflicto interno en las empresas es la gestión de las expectativas profesionales.
La mayoría de los empleados quieren progresar, ser reconocidos y avanzar en sus carreras. ¿Por ambición profesional? ¿por mejorar su retribución salarial? ¿por ambas?
En las empresas el «progreso» solo se traduce en una cosa: ascender en la jerarquía.
Pero ¿y si no hay más espacio para ascensos?
¿Qué sucede cuando las expectativas chocan con el techo de la estructura organizativa?
El problema es evidente: hemos atado el crecimiento profesional exclusivamente a la idea de subir peldaños.
La realidad es que el futuro empresarial se está gestando en un entorno de cambio constante. La IA, la automatización y la volatilidad del mercado han reducido la vida media de un rol profesional a menos de cinco años. En el sector tecnológico, estamos hablando de 2,5 años.
¿Qué sentido tiene seguir vinculando el desarrollo del talento solo a promociones?
Seguir apostando por esta estrategia es valor perdido y es talento que acaba buscando una salida fuera.
Es hora de cambiar el enfoque.
El desarrollo profesional no puede seguir dependiendo de subir escaleras.
Es hora de aceptar que el progreso tecnológico y social cambian, también, la comprensión que tenemos de lo que significa progresar profesionalmente.
La dirección de las empresas primero, los empleados después, tenemos que resignificar este concepto.
Las empresas deben centrarse en invertir en sus profesionales, pero no para que «suban», sino para que mejoren constantemente en su posición actual.
Hay que crear sistemas de aprendizaje continuo que adaptan a los empleados a las nuevas exigencias de sus roles sin importar los cambios externos, ya sea la modificación de una ley, la irrupción de una innovadora tecnología o nuevas exigencias de un cliente, por ejemplo.
Sistemas que reconozcan una mejora y mayor aportación de valor.
Sistemas que traduzcan el progreso en un reconocimiento continúo desvinculado de una promoción.
No es solo un problema de aprendizaje.
También es cuestión de transformar las dinámicas de trabajo: fomentar la colaboración, la cocreación y aprovechar las sinergias entre equipos para ofrecer soluciones más ágiles e innovadoras. El futuro no está en los ascensos.
El futuro está en un talento adaptable, capaz y preparado para desafíos que aún no hemos imaginado.
Lo consigues con sistemas de aprendizaje continuo.