Durante años nos enseñaron a liderar como ejecutivos:
Fijar objetivos
Cumplir plazos
Reducir errores
Mejorar procesos
Y funcionó… hasta que el mundo empezó a moverse más rápido que nuestros mapas.
Seguimos planificando con certezas,
gestionando talento con desconfianza,
o midiendo resultados sin cuestionar si siguen siendo los que importan.
Hoy, liderar como siempre no garantiza avanzar en la dirección correcta.
Puedes remar con fuerza… y aun así dirigirte al puerto equivocado.
El mayor riesgo hoy no es equivocarte, sino acertar en el problema equivocado.
Los líderes que mueven a sus empresas ponen visión sobre la mesa.
De hecho, los datos muestran que cuando una organización desarrolla la capacidad de imaginar y pensar profundamente, es 1,8× más probable que obtenga mejores resultados financieros. (Fuente: Deloitte (2025). Global Human Capital Trends 2025: Thriving in the new age of work.)
La trampa invisible del ejecutivo brillante
Un ejecutivo brillante hace todo lo que hay que hacer para que el barco avance.
Un líder visionario se pregunta si el puerto de destino sigue teniendo sentido.
El ejecutivo perfecciona la eficiencia.
El líder provoca la evolución.
Uno busca control.
El otro busca visión.
¿Lo que hace el ejecutivo nos sigue sonando hoy a algo deseable?
En entornos que cambian tan rápido, la eficiencia sin dirección se convierte en inercia.
Perfeccionar lo que ya no aporta valor no es liderazgo: es gestión del pasado.
«La gestión es hacer las cosas bien,
el liderazgo es hacer las cosas correctas.»
Peter Drucker
Por eso, en tiempos de disrupción, el liderazgo ya no se mide por lo que controlas,
sino por la valentía y la calidad de las preguntas que te atreves a plantear.
El nuevo ADN del líder que evoluciona
Liderar hoy es aprender a moverse mientras todo cambia,
con la conciencia de que el futuro se construye en cada decisión.
Un líder disruptivo:
• Deja de optimizar lo que ya no aporta valor.
• Sustituye la certeza por aprendizaje continuo.
• Entiende que su mayor influencia no está en las órdenes, sino en las conversaciones que crea.
• Forma equipos que piensan, no que obedecen.
El liderazgo del futuro no busca tener razón.
Busca tener visión.
Y convertir esa visión en decisiones que mantengan viva la evolución.