Con la llegada de la IA y la automatización,
se buscarán trabajadores del pensamiento.
Más que ejecutar tareas, lo más importante
para un profesional será su capacidad de pensar.
Y no estamos habituados.Xavier Marcet
¿De verdad no estamos habituados a pensar?
Y, si esto es así, ¿cómo seguir el ritmo al alud tecnológico que se nos viene encima?
Mira, si no:
El Foro Económico Mundial prevé que para 2025 la IA reemplazará 85 millones de empleos, mientras que se crearán entre 500 y 700 millones de puestos nuevos a nivel global para 2030, según Gartner y McKinsey.
En España, Randstad estima que hasta 2033 la IA generará 1,61 millones de empleos, pero destruirá 2 millones, lo que supone una pérdida neta de 400.000 puestos.
Además, la vida media de un rol profesional actual está por debajo de los cinco años, y se reduce a tan solo 2,5 años en un sector como el tecnológico.
La macrodestrucción y macrocreación de puestos de trabajo generadas por la IA implican algo importante con relación a lo que hoy consideramos “profesionales cualificados”:
Las carreras o currículos tradicionales, muy centradas en la ejecución de tareas, van a experimentar una importante devaluación de su valor.
La IA dará un vuelco a las industrias y las profesiones.
Por ello, el escenario presente demanda a gritos una urgente renovación y actualización de las habilidades del equipo humano que lo capaciten para:
- Adaptarse a esta nueva era.
- Identificar tanto los retos como las oportunidades.
- Comprender cómo estas herramientas pueden ser de ayuda.
Todo empieza por comprender que el progreso no es un desafío tecnológico, sino un desafío que nos obliga a cambiar nuestra manera de pensar.
La estrategia clave, hoy, va de personas y va de cultura.
La estrategia consiste en acompañar a los profesionales en tu organización, a transformarse en ese pensador que entiende que ya no se trata más de ejecutar tareas, sino de crear valor desde el pensamiento.
Toca “tocar la cultura organizacional”, replantear y rediseñar el ecosistema donde habita el talento.
El fenómeno ante el que nos encontramos subraya la urgencia de adoptar estrategias innovadoras en talento.
Porque el contexto es tan abrumadoramente disruptivo que no nos permite recurrir a lo viejo conocido y configurado en circunstancias que nada tienen que ver con las actuales.
Es imprescindible desarrollar una nueva cultura:
- Que sostenga un aprendizaje continuo capaz de abrazar cada nueva disrupción.
- Que desarrolle el pensamiento crítico y creativo.
- Que multiplique su capacidad de mejora continua e innovación con la inteligencia colectiva.
Una cultura que construya un equipo humano capaz de lograr que la empresa esté a la vanguardia.
Se trata, por tanto, de generar y reforzar el ecosistema donde habita el talento, que posibilita todo esto y lo potencia de modo constante, generando así la capacidad de seguir el ritmo al avance imparable del progreso.
En definitiva, se trata de desarrollar la cultura que se crea con el Liderazgo Disruptivo.