La estabilidad de épocas pasadas, en la que los cambios eran puntuales, está quedando en el olvido para algunas personas y en la nostalgia para otras. La realidad es que las empresas han entrado en una espiral infinita de inestabilidad que se construye y crece con cada nuevo cambio sobre cambio que se produce. Ya sea que estés en la carrera desenfrenada del cambio, o que estés sintiendo que tarde o temprano tendrás que abordarlo, lo que hay que considerar es ¿cómo está afectando, afecta y afectará al equipo humano?
El foco ha de estar en acompañar a los equipos en esta transformación organizacional que impacta a todas y cada una de las personas. Una transformación profunda que cuestiona lo que se está haciendo y cómo se está haciendo, a todos los niveles, inclusive el modelo de negocio. En ese cuestionamiento, la transformación está buscando oportunidades que agilicen la capacidad de la organización para dar respuesta a los cambios que se van produciendo, cada vez con mayor celeridad, en el mercado.
Ya no existen dudas de que la agilidad y la innovación han de formar parte de la cultura de las empresas de este siglo. Sin ellas, su supervivencia será complicada.
En ese proceso de transformación, es imprescindible que el foco esté en identificar las palancas que minimizan el estrés en el equipo a la vez que reducen el tiempo de transformación.
El proceso tiene que ser sostenible por el equipo humano. Un equipo que entra en cambios constantes si no existe un acompañamiento que le guie a gestionar las nuevas situaciones, a desarrollar nuevas capacidades y a comprender la incertidumbre y la necesidad. Sin un acompañamiento de estas características el equipo será un equipo tensado y estresado.
El estrés es el enemigo de la productividad y de la capacidad de aportar soluciones ante las dificultades. Más bien al contrario, es el aliado de aportar complejidad por la falta de claridad.
Existe una palanca, entonces, que no podemos obviar y que es relevante considerarla. La transformación afecta a todas las personas de la organización, desde la persona con menos responsabilidad hasta el equipo directivo, todas están en este proceso de rediseño.
El Área de Personas, expertos en el comportamiento humano, tiene que elevar su mirada para implicarse junto al negocio en diseñar un plan estratégico de talento que acompañe al equipo humano a comprender una nueva forma pensar y de hacer que permita a la empresa seguir creciendo a pesar de las embestidas que van sucediendo. Y, además, acompañarles también a sumergirse en este nuevo contexto.
Alcanzar la agilidad interna para avanzarte a las necesidades del mercado, de tus clientes, y blindarte ante una competencia feroz, es sinónimo de innovación constante. Entran en juego nuevas capacidades para los profesionales que les permitan hacerlo con soltura y eficiencia, también en los líderes y directivos.
La incertidumbre es el nuevo terreno de juego. Los desafíos se multiplican y complican la situación. Desafíos que seguirán llegando y complicando, aún más, el contexto en el que la empresa u organización desarrolla su actividad.
Esa complejidad hará que la sofisticación para aportar un valor diferencial competitivo sea, cada vez, más elevada, de mayor calado.
En este nuevo terreno de juego, los modelos organizativos jerárquicos, instaurados y anclados en la mente de los profesionales, distan de la agilidad, flexibilidad e innovación constante que las empresas necesitan.
Otra de las palancas clave es evolucionar el estilo de liderazgo al liderazgo disruptivo, un estilo que comprende el contexto y aprende a bailar con los desafíos con naturalidad ante cualquier ritmo.
El líder disruptivo equilibra en su agenda la explotación excelente del negocio con la exploración en el mercado: tendencias, tecnología, movimientos sociales, compromisos medioambientales, exigencias del consumidor.
Explorar es la habilidad de cazar oportunidades. Oportunidades que impulsan a la empresa a ser competitiva. Esa capacidad ya no es exclusiva de un pequeño grupo de personas en la organización, es una capacidad que ha de hacerse extensiva a cualquier líder en cualquier posición de la empresa.
El líder disruptivo incorpora un nuevo mindset y un estilo que impulsa la disrupción y la innovación en el día a día. Es un dinamizador que contribuye a acelerar los procesos de transformación implementando nuevas dinámicas de trabajo que facilitan desarrollar las nuevas competencias de los profesionales.
El líder disruptivo empodera a los equipos, activa la inteligencia colectiva, sistematiza el aprendizaje continuo para que estén en constante evolución de sus capacidades. El líder disruptivo impulsa que la operativa sea excelente y el equipo aprenda a compaginar esa operativa con la capacidad de ser creativos e ingeniosos para encontrar soluciones o nuevas ideas que innoven.
La creación y correcta implementación de un plan estratégico capaz de disparar el talento de la organización, junto a la integración de un estilo de liderazgo disruptivo, movilizarán al equipo humano hacia un mindset que favorece el comportamiento ágil, flexible e innovador por el que toda organización está trabajando en la actualidad para lograrlo.
Vía: Fundació Factor Humà
