Dejamos atrás la transformación digital para comprender que la realidad es bastante más compleja y desafiante de lo que imaginamos años atrás, por lo que no puede ser reducida única y exclusivamente a una digitalización o automatización de procesos. La realidad es que los cambios que afectan a las organizaciones, en cualquiera de sus ámbitos, se han convertido en un no parar. La normalidad actual es la de estar lidiando con continuas situaciones que alteran el mecanismo productivo, ya que todos estos cambios impactan directa o indirectamente sobre él.
Por ello, a la frase de “renovarse o morir” tendríamos que incorporarle un matiz sustancial: “renovarse constantemente o morir”. Para actualizarla al momento actual, convulso, repleto de imprevistos e incertidumbre y con un progreso tecnológico galopante.
Y, de momento, con perspectivas de que va a seguir así los próximos años.
Ante la desenfrenada carrera de movimientos y situaciones que afectan al funcionamiento y supervivencia de la organización, empecemos a asumir que estamos en un cambio de paradigma. Uno que nos lleva a la necesidad de renovar la forma de pensar y hacer de la organización.
Sunil Gupta lo expresa mediante la metáfora: “Cambiar el motor del avión mientras está volando.” Una metáfora que nos da a entender con facilidad que los modelos de empresa que hemos utilizado hasta ahora, y el modo en que los hemos gestionado, han llegado a su fecha de caducidad.
Este cambio de paradigma nos invita a abandonar los modelos conocidos para explorar e imaginar un nuevo modelo de empresa capaz de soportar la nueva dinámica del entorno y de funcionar a pleno rendimiento, sabiendo gestionar con agilidad y eficacia las embestidas imprevistas y, simultáneamente, estar renovándose o, mejor dicho, innovando.
En un nuevo contexto empresarial repleto de oportunidades para innovar, tu capacidad para cazar esas nuevas oportunidades que te brinda el contexto será limitada si sigues funcionando con modelos obsoletos y mentalidad de procesos lineales que funcionaron en el pasado, pero que hoy son un lastre para el futuro.
Oportunidades que, en su gran mayoría, procederán de una aplicación ingeniosa de la tecnología en la organización. Existe tecnología puntera disponible para que las empresas la utilicen para crear procesos, servicios, productos, relaciones o modelos de negocio inviables sin ella. Innovando y agregando valor de este modo a su propuesta en el mercado.
Es el momento de platearse un modelo de empresa en el que las dinámicas de trabajo son ágiles y flexibles para lograr ser resolutivos frente a los cambios inesperados. Un modelo de funcionamiento donde el talento es el eje fundamental y donde el aprendizaje continuo y la inteligencia colectiva son los aliados de la innovación. Hablamos del modelo de empresa líquida.
Ante el cambio de paradigma necesitamos personas capaces de resolver los problemas, idear nuevas soluciones y aprender a gestionar en la complejidad. Las empresas necesitan talento, por eso es el eje fundamental de la empresa líquida.
Es el momento de parar y reflexionar.
Según una encuesta de PwC (1), un 40% de los CEO’s consideran que sus empresas dejarán de ser viables en 10 años si no cambian el rumbo actual.
Un gran desafío para el CEO y los líderes. Lograr que la empresa sea robusta y operativa a pesar de los imprevistos, a la par que se actualiza constantemente para crecer de forma sostenible, si no quiere desaparecer del mercado.
Un desafío que requiere rediseñar un modelo de gestión, la empresa líquida, y un estilo de liderazgo capaz de sostener ese engranaje de forma eficiente: el liderazgo disruptivo. Porque renovarse es, también, actualizar la mentalidad para comprender el paradigma y actuar en consecuencia.
El nuevo paradigma nos empuja a reconocer lo que no está funcionando y a renovar el liderazgo a un estilo que inspire e impulse el sistema de renovación constante para fluir en el nuevo paradigma con éxito.
Es necesario, empieza a ser urgente, invertir en esa renovación constante, conseguir que la innovación sea constante. Algo que se logrará si se invierte en despertar y potenciar el talento dormido de las empresas y se acompaña a las personas a comprender el nuevo paradigma.
Existe otra realidad a favor de aquellas empresas que apuesten por ello. Es un nuevo contexto empresarial repleto de oportunidades que pueden aportar una ventaja competitiva para sobresalir en el mercado. Oportunidades que los líderes entrenados para cazarlas, y sus equipos, entrenados para transformarlas, serán capaces de aprovechar para llevar a la empresa a una nueva posición.
(1) 26ª Encuesta Mundial de CEO’s de PwC.
Vía: Especial Directivos
