Estamos inmersos en un proceso de cambio. La velocidad de la transformación se acelera progresivamente por lo que las empresas centran sus esfuerzos en impulsar la agilidad, la flexibilidad y la innovación. Y en este entorno, ¿qué tipo de liderazgo es necesario para alcanzar el éxito?
«El cambio es la ley de la vida. Y aquellos que solo miran al pasado o al presente, seguramente perderán el futuro,» John F. Kennedy lo pronunció en un discurso el 18 de junio de 1963 en la Asamblea del Estado de Dakota del Norte en Bismarck, y en él reflexionó sobre la necesidad de adaptarse y aceptar el cambio como una constante vital para el progreso.
No sabemos si Kennedy ya tenía claro, o no, lo que se venía por delante, pero 60 años después de este discurso, sus palabras encajan a la perfección con esa mentalidad del líder disruptivo que comprende que el cambio es ley de vida y que hay que mirar al futuro.
Saber mirar. En un contexto de mercado de velocidad de cambio y complejidad crecientes, esta habilidad se presenta como el factor determinante que permitirá al líder, o no, manejarse con destreza en el difuso espacio de la incertidumbre. Por eso, y porque verdaderamente el cambio es ley de vida, los líderes de hoy necesitan renovar su mirada a mayor velocidad. Por ello también, el nuevo estilo de liderazgo necesario que se va dibujando, el líder disruptivo, incorpora la exploración y la innovación, para mantener esa constante evolución y visión de futuro.
Cuando todo cambia, asumirlo, aceptarlo y encontrar nuevos caminos es la mejor alternativa para integrarse en el nuevo mercado y no verse arrollado por un contexto hipercomplejo. Las empresas han constatado en los últimos años que necesitan agilidad, flexibilidad e innovación. En ese proceso de transformación un papel importante es evolucionar el estilo de liderazgo, porque las empresas necesitan líderes capaces de comprenderlo y aceptarlo, como primer paso, para estar dispuestos a cazar las oportunidades que brinda el progreso y los cambios, además de forjar el coraje para visionar un futuro y perseguirlo a pesar de la incertidumbre.
El líder disruptivo es un líder caracterizado por una clara evolución respecto al liderazgo clásico y aprendido. Una evolución claramente marcada por una mirada nueva capaz de romper patrones obsoletos y que le confiere la capacidad de aprender a liderar en esta nueva realidad hipercompleja.
El salto que realiza este líder es el de pasar de la mera gestión que busca incrementar rendimientos, a la transformación en un visionario con el propósito de crear valor para todas las partes interesadas.
Esa evolución es un nuevo enfoque que renueva su mentalidad y conciencia para ver el mundo en su globalidad de otra manera. Desde esa renovación incrementa su capacidad para cuestionarse su forma de interactuar, sus funciones y formas de trabajar. Y desde esa nueva visión puede re-imaginar su organización y su posicionamiento en el mercado, con un estilo que sea capaz de conjugar la rentabilidad del negocio y la transformación hacia un modelo de empresa líquida.
Una renovación de ese calibre, donde existe una transformación profunda de la mentalidad, es un trabajo consciente. Y para ello, hemos de cuestionarnos primero, lo que hacemos y cómo lo hacemos. Pero también, qué tendríamos que hacer y cómo tendríamos que hacerlo considerando la continua disrupción del entorno donde queremos que el negocio prospere.
Superada la fase de cuestionamiento, toca imaginar para avanzar; imaginar y dibujar un camino hacia esa nueva organización que fluye en el nuevo contexto incierto y cambiante. Un nuevo modelo necesita inspiración, conocer otros enfoques y conceptos, además de estar permanentemente conectado con lo que sucede alrededor. Ese es el motivo por el que el liderazgo disruptivo incorpora la habilidad de explorar como una de las nuevas habilidades que, en el pasado, solo en ocasiones se manifestaba, de manera puntual. Esta habilidad se convierte hoy en parte activa e indispensable de la responsabilidad del líder disruptivo.
Explorar es descubrir
Si por algo se distingue a un buen líder disruptivo cuya habilidad de explorar es destacable, es por su capacidad de ser curioso. Porque la base de la exploración está en la curiosidad por conocer, por descubrir, por ampliar la mirada con información que permita expandir la visión.
Explorar es amplificar el conocimiento con nuevas ideas, perspectivas, enfoques que faciliten visionar lo que ahora resulta difuso y complejo. Para renunciar a la gestión clásica de incrementar los rendimientos del negocio y ser ese visionario con un propósito que trasciende, movilizando a su equipo hacia resultados extraordinarios, hay que dominar el arte de pensar fuera de la caja. Desasarrollar una mirada de investigador es lo que llevará al líder a transformarse en un visionario capaz de definir un propósito más elevado y de mayores repercusiones para los resultados de la organización, que el que definiría un magnífico gestor.
Ser un líder disruptivo implica:
- Ser un ávido explorador de tendencias en diversas materias como la tecnología, los cambios sociales, legislativos o las tendencias laborales de las diferentes generaciones, por poner algunos ejemplos.
- Estar al corriente de lo que sucede en tu sector, en otras industrias y cómo puedes avanzarte a lo que intuyes os impactará.
Todo ello para ir despejando incógnitas y vislumbrar con mayor claridad la toma de decisiones, a la vez que vas configurando una visión con propósito y el modelo de empresa que te permita avanzar. Este modelo apunta a la empresa líquida, donde el grado de liquidez será el que facilite abrazar los diversos cambios innovando para seguir avanzando.
Adquirir el hábito de explorar será el mecanismo para que la mentalidad del líder evolucione con perspectivas más amplias, alejándose de lo estructurado y conocido, y logrando, cada vez más, la comodidad a la hora de arriesgarse a pensar diferente y atreverse a re-imaginar cómo estructurar la organización y su funcionamiento para ser competitivo en el mercado presente y futuro.
Innovar, la bandera de las empresas
La innovación constante es el lema de las organizaciones que quieran ser longevas en esta nueva era, en este nuevo paradigma. La rapidez con la que se copian las nuevas ideas, junto con un avance tecnológico que crece a ritmo desenfrenado, nos invita a cuestionarnos que, sin innovación constante, la dificultad para hacer crecer una empresa de forma sostenible es una batalla perdida. A su vez, es requerimiento indispensable comprender que ese mismo progreso tecnológico nos permite imaginar y crear soluciones astutas que, sin esas tecnologías serían inviables. Una decisión acertada será entender la tecnología como aliado imprescindible para innovar.
Los líderes son los profesionales que impulsan la organización, los responsables de que avance, evolucione, se diferencie y posicione en el mercado. Sin embargo, alcanzar y mantener estos objetivos, hoy, requiere ir un paso más allá, una evolución de la mirada del líder hacia la mirada del líder disruptivo que, consciente de la necesidad de una evolución constante, incorpora como palanca para lograrlo la innovación, para mantenerse en el mercado diferenciándose y posicionándose.
Liderar esa innovación constante para que la empresa se diferencie y cree una ventaja competitiva es el motivo por el que el líder disruptivo incorpora la habilidad de innovar. Una habilidad que se aprende se entrena, se perfecciona y se adquiere.
Partiendo de la idea de que innovar es tener la capacidad de crear o introducir algo nuevo, ya sea un producto, servicio, proceso, o una idea, el líder disruptivo ha de tener visión para ser capaz de visualizar el impacto potencial de una idea innovadora y tener la determinación para llevarla a cabo. Tiene que superar la aversión al riesgo y al fracaso. Con una mentalidad de explorador, de investigador, comprende que sin riesgo no hay innovación y sin fracasos no hay progreso. Este líder disruptivo integra en su ADN que cada fracaso es un aprendizaje necesario hasta lograr innovar.
El líder disruptivo desarrolla esta habilidad y la incorpora en la cultura del equipo para asegurar la innovación constante. Su visión y determinación, su comprensión del contexto y del factor innovación como elemento para estar a la vanguardia a la velocidad que el entorno exige es lo que da sentido a la comunicación poderosa y a convertirse en el entrenador del equipo.
El líder disruptivo, con esa nueva comprensión del nuevo paradigma, entiende que la innovación no es una característica exclusiva del líder, sino que ha de hacerla extensiva al equipo humano y lograr que se integre en la cultura de la organización.
Para poder innovar en el nuevo contexto, existe un cambio radical en la forma de interactuar con los equipos, una gestión que conlleva incorporar dinámicas de trabajo que fomenten desarrollar el pensamiento crítico como parte de su actividad, que estimule el pensamiento creativo para elevar la creatividad, que potencie el talento trabajando con la inteligencia colectiva, co-creando soluciones ingeniosas que los diferencie de la competencia y que integre en su saber hacer el deseo de innovar.
Incorporar la innovación de forma constante en el día a día de la organización es una ardua tarea pues pasamos de un modelo de procesos a un modelo de innovación.
Crear una cultura innovadora y la estructura organizativa que lo propicie permitiendo que las personas trabajen y aprendan juntas para construir y operar un sistema nuevo, diferente al conocido, para la creación de valor en constante evolución.
Se necesita una transformación profunda en la mentalidad de los líderes para comprender el estilo de liderazgo que abandona la gestión incremental de los negocios para convertirse en un visionario con propósito en un mundo global en el que entiende que para crecer es necesario rediseñar, repensar y reimaginar desde el modelo de negocio hasta la forma de gestionarse para ofrecer servicios o productos diferentes y deseados en el mercado.
En nuestro próximo artículo analizaremos cómo se integran estas habilidades permitiendo tener el equilibrio entre exploración y explotación, entre tener una operativa excelente e innovar continuamente, ambas evolucionando sin parar para convertirse en empresas imparables con equipos invencibles.