El mayor error de cálculo evitable cuando quieres incrementar la rentabilidad de tu empresa.

Uno de los primeros conceptos que se estudian en la facultad de economía es el de “coste de oportunidad”. Aunque una vez integrado supone una idea sencilla, la primera vez que te lo mencionan tienes la sensación de que la...

Uno de los primeros conceptos que se estudian en la facultad de economía es el de “coste de oportunidad”.

Aunque una vez integrado supone una idea sencilla, la primera vez que te lo mencionan tienes la sensación de que la complejidad va a estar a la altura del cálculo del coste marginal utilizando la derivada del coste total con respecto a la cantidad.

¿Te ha mareado? A mí un poco.

Afortunadamente, el Coste de Oportunidad es algo muchísimo más sencillo, aunque sorprendente y lamentablemente, en algunos aspectos suele tenerse tan en cuenta en las empresas como a la derivada que nos calcula el coste marginal.

Y esto, en el momento en el que estamos, tiene una importancia vital para las organizaciones. Porque el coste de oportunidad que se está obviando es el de no empezar, ya, con la transformación organizacional que el contexto está pidiendo a gritos.

Se trataría, simplemente, de valorar qué estás dejando de ganar cuando tomas la decisión de no poner en marcha esta transformación.

O lo que es lo mismo, plantearte qué ganarías si decidieras ponerla en marcha, para acto seguido reconocerte a ti mismo/a: ok, estoy dispuesto a renunciar a ello, me compensa la pérdida… ¿o no?

Sencillo, ¿verdad?

Es como la típica lista de pros y contras que podemos hacer para cualquier tema en nuestra vida.

¿Qué gano y qué dejo de ganar cuando tomo una decisión X? Pues bien, la valoración del Coste de Oportunidad, cuando hablamos de transformación organizacional, parece ser un tema tabú.

No se toca.

Cuando CEOs y directivos piensan o dicen: “previo a abordar la transformación organizacional de mi empresa tengo otras prioridades sobre la mesa. Sé que hay que hacer cambios, pero no ahora”, sucede que no han valorado correctamente ese coste de oportunidad que tiene el posponer, en el momento en el que estamos, la transformación de sus organizaciones.

No lo han valorado haciendo números, ni ponderando el efecto de la innovación sobre el crecimiento de sus resultados, ni calculando las horas de productividad que podrían incrementar.

Es una estimación que, al menos aparentemente, se hace más bien dejando la mirada perdida en el horizonte e imaginando un lío de tres pares de narices, con todo el mundo en la empresa quitando el foco de sacar adelante, y rentablemente, el día a día.

Ante esa perspectiva cualquiera se echaría para atrás. Pero no es una estimación muy científica, que digamos.

Desmitifiquemos esto:

  • cuando la transformación se hace correctamente: se pone foco en el día a día y se implementan mejoras en ese día a día
  • se hace con la visión que garantice la sostenibilidad de la organización en un futuro incierto y volátil
  • se hace optimizando con innovación, mejorando productividad y resultados
  • y se hace poniendo el foco en las personas, porque son las únicas capaces de articular, desde su talento y motivación, una organización con cabida y éxito en el nuevo entorno.

Dicho simple y llanamente, mientras no se hace nada de esto, lo que se está dejando de ganar es:

  • un incremento de los resultados
  • una reducción de los costes
  • el desarrollo, necesario, de la capacidad de innovación

En otras palabras, retrasar la transformación de tu organización tiene un peaje: el aplazamiento de la mejora de la rentabilidad y competitividad de tu empresa, y del posicionamiento de la marca en el mercado.

Dónde estamos y dónde podríamos estar

Mira, antes de la pandemia, el IDC Future of Work 2019 de IDC Research España desveló datos como estos:

  • el 50% de los trabajos de la próxima década aún no se han creado.
  • Supervisar y administrar la experiencia de los empleados será la clave diferenciadora para más del 60% de las empresas en 2021.
  • Formar a los empleados es el factor clave para el 55% de las empresas españolas.

Y un dato más, el 47,3% de las empresas europeas considera la cultura como el principal enfoque de la transformación del puesto de trabajo.

Tres años más tarde aún hay empresas que no han iniciado su transformación.

Continúan con las viejas costumbres, ajenos a las señales que los informes van publicando.

Han dejado pasar tres años en los que podrían haber avanzado posiciones, haber empezado a mejorar resultados y haberse puesto en marcha en esto de “pillarle el tranquillo” al cambio veloz y constante.

Y si hicieran cálculos de lo que han dejado de ganar (del coste de oportunidad que han asumido implícitamente), se tirarían de los pelos.

Un ejemplo. Cualquiera de estas empresas podría haber logrado incrementar su capacidad productiva en 14.000 horas, en 7 meses, como hizo uno de nuestros clientes.

Imagina que lo hubiera hecho en 2019 y multiplica esto por 3. ¿Ves la cantidad de tiempo y recursos disponibles para invertir en innovación de producto y de procesos, que reducirían costes e incrementarían ingresos?

¿Ves el nivel de competitividad en que podrían estar a estas alturas?

¿Es o no es, para tirarse de los pelos?

Sin irnos tan lejos, sólo con haber empezado 7 meses atrás ya estarían por delante de muchas otras.

En un momento de guerra del talento como el que estamos, ir por delante, es clave.

Posponer la transformación es sinónimo de perder oportunidades: financieras, de crecimiento, de innovación, de progreso… e incluso de felicidad en el trabajo.

Por qué estamos dónde estamos y cómo salir de ahí

“Dejar la preparación del examen para el último momento”. Es la postura más extendida.

Y es que, en muchos casos se espera a estar al límite, a cuando ya es inevitable tener que dar el paso de la transformación.

Aceptamos limitar nuestras posibilidades de conseguir el diez, y reducimos nuestras aspiraciones a alcanzar el cinco… si es que tenemos suerte y no quedamos por debajo.

¿Probabilidades de que sea tarde y seas barrido del mercado por obsoleto o porque ha surgido una competencia más ágil, tecnificada y aceptada por los clientes?

Todas.

Pero esta postura es muy común porque aún estamos excesivamente anclados en el pasado, en lo que sabemos, en lo que hemos vivido, en la experiencia acumulada, en lo que nos ha funcionado, en lo que hacen otros, en aplicar modelos contrastados.

Estamos, aún, sin poner el foco en el futuro.

Resultado de ese anclaje: incurrimos en más costes y menos ingresos.

Más costes: porque podríamos haberlos reducido con más productividad e innovación que optimizase procesos.

Menos ingresos: porque podríamos haberlos incrementado con innovación que posicionase nuestro producto o servicio en un lugar en que la demanda crece y está dispuesta a pagar más por ellos.

Si no te subes al carro del nuevo entorno, con sus normas, el mundo te deja atrás sin miramientos, porque va a otro ritmo. Si otra empresa es más ágil, más rápida y más innovadora que tú, ahí te quedas.

La historia lleva años dando muestras de ello. Ni siquiera importa lo grande e importante que seas. Que se lo digan a Kodak, Blockbuster, Olivetti…

Y a la reducción de resultados que estás viviendo cuando esperas a iniciar la transformación, debes añadir otro coste: los problemas se enquistan, provocando de este modo que su solución necesite más tiempo del que hubiera sido realmente necesario.

En resumen e insistiendo, posponer la transformación es decrecer rentabilidad y competitividad.

Dicho metafóricamente, es poner todos los huevos en un cesto a punto de caer.

El momento es siempre

Decíamos unos párrafos más arriba que esta transformación necesaria requiere innovación y poner el foco en las personas.

El método Kaizen, conocido popularmente como el ciclo de mejora continua, no es algo nuevo, es un método de gestión y optimización de procesos, creado al finalizar la Segunda Guerra Mundial.

Si considero que este es un buen momento para destacarlo, es porque este método utiliza la tecnología para agilizar los procesos (innova constantemente), siempre poniendo la motivación del personal en el centro del proceso.

Por eso funciona. La clave está en las personas y en mejorar continuamente, sin esperar a un momento mejor.

Ese momento no llegará, es siempre, ahora.

Existen ejemplos de empresas en las que este método está instaurado, como Toyota, en donde el resultado se plasma en que ha conseguido ser una de las marcas más fiables del mercado y líder de ventas en 2021, tras un lustro de reinado del Grupo Volkswagen.

¿Cómo lo logra? Dos puntos a destacar en relación a su concepción del liderazgo nos dan algunas claves:

  • este método necesita un liderazgo que inspire a los trabajadores.
  • este método necesita un líder que transmita al equipo la importancia de la mejora continua.

Y algo crucial que defiende:

La mejor manera de reaccionar ante un fuerte cambio, es adelantándose a él.

Calcular los costes con vistas al futuro

Cuando las estadísticas prepandemia y pospandemia están gritando la necesidad de un cambio de modelo organizativo, de liderazgo, y de forma de trabajar en este entorno de alta velocidad y progreso tecnológico, necesitas del dinamismo, agilidad y flexibilidad que se logran con una cultura innovadora y personas disruptivas en ella.

Actualmente, las culturas en las empresas están basadas en:

  • organizarse por áreas y funciones (jerarquía)
  • con un modelo de toma de decisiones que recorre la jerarquía de arriba a abajo
  • y con una forma de trabajar orientada a problema-solución (pensamos: para cada problema existe una solución prediseñada, aunque yo no la conozca)

Añadimos a esto último el hecho de que las empresas suelen esperar, de cada solución propuesta, que antes se haya probado con éxito en otra empresa. Sin considerar que cada empresa, puesto que está hecha de las personas que la componen, es totalmente diferente y plantea cuestiones diferentes que deben abordarse desde ese prisma interno, propio e intransferible.

Esta forma de trabajar, de relacionarnos en las empresas y de concebir las soluciones, está bastante lejos de las necesidades actuales:

  • para cada problema, necesitamos una solución disruptiva (innovación)
  • necesitamos crear productos o servicios disruptivos (innovadores)

Ante estas necesidades, el método Kaizen, el ciclo de mejora continua, es una valiosa herramienta para alcanzar la mentalidad que necesitamos, porque permite mirar hacia el futuro con innovación útil.

Mirar al futuro + Innovación útil.

Mirando el futuro se logra ser innovador y anticiparse a él.

Cuando no se mira al futuro, se pierden oportunidades, porque la única forma de cazarlas es observarlas.

 

“Muchas empresas no triunfan a pesar del tiempo. ¿qué hicieron fundamentalmente mal? Usualmente dejan de lado el futuro.”

Larry Page, cofundador de Google

Mirar al futuro implica siempre innovación. Porque la innovación invita a ser proactivo, anticiparse, pensar fuera de la caja, pensar modificando las variables existentes por otras inexistentes todavía.

Y es a través de esta innovación constante que accedemos a la mejora continua.

La mejora que nos da la posibilidad de permanecer y crecer en un entorno totalmente nuevo.

Para los líderes que visualizan la transformación como un lío de tres pares de narices, el kaizen también nos ilustra y aporta cierto sosiego. Nos dice: para que la mejora sea significativa y accesible, es mejor dosificar pequeñas mejoras cada día, que una gran mejora en un momento concreto que pueda paralizar el funcionamiento de la empresa.

Es cierto, “innovación”, “transformación”… son palabras que pueden parecernos muy grandes, pero la realidad es que están al alcance de cualquier empresa que quiera ocupar y defender su espacio en el mercado.

Porque en definitiva, lo que se está persiguiendo con ellas, es la mejora continua. Y la mejora continua es un entrenamiento.

Todos podemos entrenar.

Si te preocupa el punto de partida de las personas de tu empresa, piensa también en esta frase:

“Las culturas de empresas son como las culturas de países. No intentes cambiarlas. En su lugar, intenta trabajar con lo que tienes.”

Peter Drucker.

Cada empresa a su ritmo, con un proyecto de transformación creado a la medida de sus circunstancias, pero una transformación que ya esté en marcha.

Porque cuando la transformación ha empezado, y el entrenamiento es constante, logras simplificar y optimizar, y con ello, aligerar los procesos, por lo que creas el espacio necesario para observar el futuro, detectar oportunidades e implementarlas con las ideas más brillantes.

El estudio “VACUNA EMPRESARIAL ANTICRISIS SINTETIZADA CON I.A.C. 5 claves segun 500 directivos para POSTCOvid” concluye:

“Los resultados concluyen que habrá que acelerar, en este orden y a modo de vacunas, las revoluciones: Colaborativa, Comercial, Cultural, Productiva y Digital.”

 

La Revolución Colaborativa ¡es la TOP 5!

Sin personas predispuestas a ello y con mentalidad abierta a multiplicar, esa revolución está perdida.

La transformación organizacional que lleve a las personas en las empresas, a afrontar estas cinco revoluciones, y en este orden, rezuma urgencia por todos lados.

El progreso invita a hacer cambios, y las empresas que son capaces de adelantarse son las que se posicionan y siguen activas creciendo, como Coca Cola, Nintendo, Youtube, Instagram o Samsung.

Aunque es una situación inaudita, también es una situación irrepetible, y es el momento de saber tomar la decisión más adecuada. Valorar adecuadamente nuestro coste de oportunidad y ser valientes.

¿Un último consejo? Romper con la inercia será una de las decisiones más adecuadas.

 

“Decidir qué no hacer es tan importante como decidir qué hacer”.

Steve Jobs

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