Lección de moda para CEO’s y directivos. ¡Siéntete a gusto con tu puesto!

En el mundo de la moda, las tendencias nacen, se extienden y mueren. Es un ciclo conocido por todos. De lo que no se sabe tanto es sobre los mecanismos que dan pie a su nacimiento. Y parecerá que no, pero tienen mucho que aportar a la hora de que en una organización...

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En el mundo de la moda, las tendencias nacen, se extienden y mueren.

Es un ciclo conocido por todos.

De lo que no se sabe tanto es sobre los mecanismos que dan pie a su nacimiento. Y parecerá que no, pero tienen mucho que aportar a la hora de que en una organización, un responsable logre sentirse, ahora y en el futuro, a gusto con su traje de CEO o directivo.

Puede que alguna vez hayas oído acerca de las agencias de previsión de tendencias. Estudian factores históricos, sociales, políticos, económicos, estéticos…, para realizar un trend forecasting a futuro.

En otras palabras, crean una visión partiendo de las circunstancias del entorno, las que conocen actuales y las que pueden vislumbrar a futuro. 

Después, las firmas de moda utilizan estas previsiones para desarrollar sus colecciones.

Hasta aquí todo sucede según esperan todos los agentes implicados.

Pero después, está la realidad incierta y cambiante, por lo que mientras las firmas mantienen un ojo en las previsiones, el otro deben ponerlo en la calle, “para crear piezas que adelanten lo que querremos y realmente vestiremos.” (F. Javier Girela, GQ).

Trasladado a todos los sectores: llevan a cabo un plan estratégicamente diseñado a la par que mantienen los ojos bien abiertos y atentos a cualquier indicio de que lo pensado, lo decidido, de repente ya no responde a la realidad. Para en ese momento, reaccionar ágilmente y ofrecer el servicio o producto más adecuado.

Aunque duela.

Se trata de estar no sólo atentos, sino también, predispuestos a aceptar que estas son ahora las circunstancias, para todos. Y saber cómo llevar bien este nuevo modo de vivir el día a día.

Esta newsletter trata de la importancia de revisar estructuras y estilos de liderazgo para ser capaces de, bajo las exigencias diarias de la actividad empresarial, identificar tempranamente riesgos y oportunidades, y ante su detección, tener la capacidad de crecer de forma sostenible en un entorno nuevo y desconocido.

En el s.XXI ¡arremángate las mangas!

Los expertos en análisis de tendencias económicas, tecnológicas, etc., afirman que todos los indicadores económicos importantes apuntan a que el mundo avanza a ritmo vertiginoso. 

Está constatado que el espacio temporal entre un cambio tecnológico y el siguiente es cada vez más corto.

Y tiene lógica, porque cada avance nos otorga un conocimiento y posibilidades adicionales que adelantan la llegada del siguiente paso.

Así mismo, cada uno de estos cambios afecta al resto de esferas (social, económica, medioambiental, etc.), que también interactúan entre ellas dando pie a nuevos e inesperados escenarios. 

Conociendo esa complejidad abismal que tenemos delante, y que ya estamos viviendo, prepararnos se postula como la mejor opción para vivir este siglo XXI en donde sucederán avances gigantescos que aún no somos capaces de visualizar. Con toda probabilidad, la asimilación que acabemos haciendo de ellos supondrá, también, una gran evolución en nuestras habilidades.

En 2015, el BBVA incluía el siguiente párrafo en su séptima entrega de la colección anual dedicada a analizar cuestiones claves de nuestro tiempo:

John P. Kotter, una autoridad en liderazgo y cambio, observa que los riesgos asociados a esta situación, ya sean económicos, sociales, ambientales, políticos, crecen también de manera exponencial. En su opinión, el mayor desafío al que se enfrentan hoy los líderes empresariales es seguir siendo competitivos y crecer de manera rentable en un contexto de turbulencia y disrupción crecientes. Argumenta que el problema fundamental es que las compañías que han superado la fase inicial progresan por su eficiencia antes que por su agilidad estratégica, es decir, por la capacidad de sacar partido de las oportunidades y esquivar las amenazas con rapidez y seguridad. Hoy en día la empresa que no revisa su rumbo cada pocos años (además de adaptarse constantemente a los contextos cambiantes) y realiza los ajustes operacionales necesarios se enfrenta a una situación peligrosa. La clave para gestionar esta compleja situación reside en compaginar las exigencias diarias de la actividad empresarial con la identificación temprana de riesgos y oportunidades, formulando iniciativas estratégicas e innovadoras con agilidad y poniéndolas en práctica con la rapidez requerida.

Extracto del libro “Reinventar las empresa: en la era digital” (BBVA, 2015)

Han pasado sólo 6 años de este informe y la situación es ya muy distinta a la que se daba entonces. La entrada en funcionamiento del blockchain, el auge del IoT, la rotura del modelo del consumo audiovisual con plataformas como Netflix y Amazon Prime, o la llegada del 5G, son sólo algunos de los ejemplos que permiten comprender cómo ha ido transformándose nuestro escenario.

Pero que los cambios se hayan producido y que estuviéramos avisados de que esto sucedería no significa que nos hayan cogido realmente preparados. 

De hecho, todavía hoy estamos en proceso de asimilar todos estos cambios y su efecto aturdidor provocado por una velocidad de llegada que no es la habitual para nosotros.

La velocidad vertiginosa que nos anunciaban, que se está materializando y que seguirá al alza, debe hacernos reflexionar. 

Estamos ante un futuro digital y un progreso galopante que replantea y tambalea sectores, que destruye y construye profesiones constantemente y que se produce en paralelo a movimientos y cambios continuos en el ámbito social.

La oferta y demanda, no sólo de los mercados de productos y servicios, sino también del mercado laboral, se ven y verán fuertemente afectados por estas circunstancias.

Ante este futuro, las organizaciones no pueden pretender seguir organizándose y gestionando de la misma forma en que lo estaban haciendo.

Porque sólo hay un modo de adaptarse al cambio para no sucumbir y crecer: cambiar con él.

Primero, lo primero.

En este caso, el orden de los factores sí altera el producto. Por eso es necesario empezar por que los líderes asuman un primer hito: 

Nuevo entorno, nuevas reglas, nuevas estructuras, nuevo liderazgo, nuevas habilidades.

Rescato la clave expresada magníficamente por John P. Kotter y con la que estoy totalmente de acuerdo:

La clave para gestionar esta compleja situación reside en compaginar las exigencias diarias de la actividad empresarial con la identificación temprana de riesgos y oportunidades, formulando iniciativas estratégicas e innovadoras con agilidad y poniéndolas en práctica con la rapidez requerida.

Y destaco esto con especial énfasis porque lo que estoy observando actualmente como el principal freno para ser una empresa innovadora y competitiva, es la ausencia de esa capacidad de compaginar un ritmo diario frenético, debido a la complejidad en la que estamos sumergidos, con la capacidad de definir e implementar estrategias innovadoras, algo que no está por sistema en el ADN del equipo humano.

Lo que en el sector de la moda es el pan de cada día desde hace décadas, para la mayoría del resto de sectores está siendo un auténtico quebradero de cabeza, y lo será aún más.

Si bien detecto CEO’s que comprenden el futuro y saben que deben reinventar sus estructuras y gestión para lograr esa agilidad e innovación, también veo cómo inyectar esa necesidad y promoverla internamente es un sobreesfuerzo difícil de llevar con la incertidumbre e inestabilidad de los mercados.

Es por ello que, ante la incursión de otras prioridades en el día a día, se acaba relegando la estricta necesidad de transformarse y reestructurarse para no morir, a otra posición que se halla fuera de los primeros puestos.

Erróneamente deja de considerarse una prioridad.

Pero el tiempo pasa y sin darte cuenta, cuando quieras reaccionar, será tarde. 

El error de retrasar lo inevitable

Hay un momento clave en el que tendemos a procrastinar. 

Ese momento es precisamente aquel en el que deberíamos afrontar con valentía lo desconocido y ante ello:

  • tomar decisiones sobre las novedades
  • arriesgar y aventurarnos a llevar a cabo una reestructuración que viene con dos dificultades bajo el brazo: 1) generará dudas para las cuáles no existe respuesta en ningún libro; 2) no disponemos de datos sobre cuál será su resultado.

El miedo al error, el no saber cómo hacer y el esfuerzo que supone movilizar a todas las personas de tu organización en una forma nueva de hacer, son obstáculos, a priori, demasiado grandes.

Por eso acabamos procrastinando cuando lo que deberíamos hacer en ese momento es imponer como prioritarias en nuestra agenda estas acciones, con el claro objetivo de “seguir siendo competitivos y crecer de manera rentable en un contexto de turbulencia y disrupción crecientes.”

Ante el miedo, el desconocimiento y la compleja tarea de movilizar personas, es necesario poner especialmente en acción esa cualidad del buen líder que es la humildad. Porque nos permite distinguir y aceptar lo que sabemos y lo que no y por tanto, nos abre las puertas a explorar y descubrir soluciones expertas que conviertan una tarea titánica e imposible, en una realidad factible y tangible.

Entre la detección de ese momento clave  y la aceptación de una solución aportada por un experto, dos vectores en juego ralentizan el rediseño de la estructura:

  • No hemos integrado las habilidades que nos permiten compaginar el ser resolutivos con innovar, ni mentalmente ni en la destreza del día a día.
  • No hemos aprendido a vivir en la incertidumbre sin mapas de referencia, siempre buscamos la seguridad del resultado, cuando ahora ya no existe.

En este punto en el que el cuello de botella se dibuja claramente en los puestos de dirección y management, reforzamos lo dicho:

Es necesario empezar por que los líderes asuman un primer hito: 

Nuevo entorno, 

nuevas reglas, 

nuevas estructuras, 

nuevo liderazgo, 

nuevas habilidades.

Formular iniciativas estratégicas e innovadoras con agilidad y ponerlas en práctica con la rapidez requerida. 

(J.P. Kotter)

Hasta ahora, la innovación en el entorno empresarial era el mecanismo que posicionaba a una empresa en las primeras posiciones de su sector. Un mecanismo que se concentraba en departamentos de innovación, donde se buscaba crear principalmente algo nuevo referente a su industria.

En la actualidad, la innovación se ha extendido a otros ámbitos: nuevos modelos de negocio, nuevas formas de trabajar, nuevas formas de liderar, nuevas formas de buscar soluciones impensables hasta ahora utilizando tecnología existente con enfoques diferentes para las que fueron creadas, nuevas formas de gestionar un comercio, etc.

La innovación está al alcance de cualquier persona que observe, imagine, sueñe, y cree la oportunidad de ofrecer algo de forma distinta (innovadora) que el mercado aceptará y querrá.

Ante los vectores que obstaculizan nuestra reestructuración, contamos con un faro en el camino: la innovación. 

Entender la esencia de la innovación, y llevarla al día a día conviviendo con una operativa basada principalmente en conocimientos y experiencia del pasado, es la manera de vencer con soltura ese obstáculo que impide rediseñar las estructuras.

Dicho de otro modo, se trata de, sobre lo que ya se conoce, se tiene y se hace, realizar constantemente pequeñas variaciones – algunas acertadas, otras no – que permitan integrar y naturalizar el acto y mentalidad de innovar, en la dinámica cotidiana. 

Y desde este punto, observar cómo aquel obstáculo que observábamos insalvable, de repente, ha disminuido en fuerza y tamaño. 

Para llevar a cabo esta introducción de la innovación en nuestro día a día, es necesario comprender que aprendemos haciendo, no pensando ni planificando cómo lo haremos. Explorando opciones y alternativas, poniéndolas en práctica para evaluarlas y aprender así del proceso y su resultado. 

Al trabajar con esa mentalidad de explorador y aprendiz eterno, desarrollamos la flexibilidad mental que nos permitirá desaprender (deshacernos de patrones obsoletos) y aprender (gracias a imaginar, crear) elementos que nos llevan a la innovación y, con ello, a un aprendizaje continuo.

Dicho de otra forma, aceleras en ti el proceso de transformación que te proporciona las herramientas indispensables para lograr transformar la dinámica de la empresa y que se impregnen de innovación todos sus espacios.

La historia la escriben los Valientes

La necesidad imperiosa de formular iniciativas estratégicas e innovadoras con agilidad y ponerlas en marcha a gran velocidad, claramente necesita una estructura organizativa que lo facilite, distinta, quizás totalmente distinta, a la que en estos momentos está vigente en tu organización.

La forma más rápida y acelerada de llegar a esa capacidad es hacerlo y aprendiendo de lo que se hace.

Hacer y aprender de lo que se hace. No existe margen para la planificación. Lo que hoy tiene sentido, si esperas a tenerlo todo atado y bien atado, a que sea un momento mejor, a… Puede que cuando te arranques a implementar, ya existan variaciones en el escenario que reclamen nuevos cambios en tu plan ex-perfecto. 

Por eso lo que sí necesitas es una mentalidad ágil, que asuma riesgos, que comprenda que la valentía de apostar por la prueba y error en cada momento es la opción para asegurar la sostenibilidad y crecimiento de la empresa. 

Decide, arranca y empieza a construirla.

Cada paso en el camino será un avance que entrenará el “olfato” para detectar ventanas de oportunidad que se abren y se cierran, a veces, antes de llegar a su madurez. Y facilitará la comprensión de que durante la puesta en práctica de una iniciativa seguramente será necesaria una revisión constante que permita la reacción ágil y más adecuada que cada situación requiera.

Impulsar cambios que rompen con la cultura y estructura actual es complejo y retador.

El líder que comprenda esto y se arriesgue a promoverlo con un ritmo acelerado será aquel que logre bailar con los desafíos ágilmente. Desarrollando en paralelo la capacidad para sentirse cada vez más cómodo en ese compaginar las exigencias diarias de la actividad empresarial con la identificación, a tiempo, de riesgos y oportunidades, formulando iniciativas  estratégicas e innovadoras con agilidad, y llevarlas a la práctica con rapidez.

Las habilidades se entrenan, y cuanto antes se empiece a Bailar con los desafíos, antes lograrás ser un líder disruptivo valorado, al alza, capaz de llevar a una empresa a la cresta de la ola y mantenerla allí, independientemente de las circunstancias..

La invitación está clara: reinventar un modelo organizativo, de liderazgo y de funcionamiento.

Porque sin esto, no se podrá ser una empresa de este siglo que juegue bien su partida con las nuevas reglas que se van, e irán configurando, con cada avance que se produzca.

Independientemente de la situación que tengas, esta es tu gran apuesta: diseñar una estrategia que te lleve a crear ese modelo donde la innovación constante y la agilidad para ponerla en práctica, son el principal valor de tu compañía.

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