Mi equipo no funciona como quiero, y otros cuentos que te cuentas.

Hace mucho, cuando yo aún era una niña, hicimos un viaje con mi familia. Era tan pequeña que no logro situar dónde estábamos la tarde en que paseando, nos quedamos perplejos ante...

Hace mucho, cuando yo aún era una niña, hicimos un viaje con mi familia.

Era tan pequeña que no logro situar dónde estábamos la tarde en que paseando, nos quedamos perplejos ante el dibujo en ciernes de un talentoso pintor callejero.

Recuerdo sobre todo, cómo destacaba la precisión de su trazo y la elevada calidad de su pintura.

Sin embargo, no fue la hermosa lámina lo que más llamó mi atención aquel día. 

Abierta en el suelo, junto a su taburete, una deteriorada caja marrón de pinturas acumulaba viejos colores de madera, no muchos, muy desgastados – algunos incluso rotos – lápices que pedían a gritos una renovación, trozos de gomas desgastados… 

Su material de trabajo era un cúmulo de lo que para los demás hubiera significado, simplemente, desperdicios que no daban más de sí. Una recolecta de restos estropeados de lapiceros que ya ningún niño quería.

Lo fascinante del momento fue descubrir que el talento de aquel paisajista se hallaba, al margen del resultado de su cuadro, en la habilidad extraordinaria de crear arte con las herramientas, aparentemente inservibles,  de las que disponía.

Y allí estaba él, inmerso en una conversación privada con su lámina, ajeno a los transeúntes que, tras descubrir su capacidad de extraer la utilidad hermosa de unos colores viejos y rotos, quedaban atónitos ante unas posibilidades por las que jamás hubieran apostado un céntimo.

Ver, creer, confiar. En aquel caso en unos materiales. Otras veces, en las personas.

El pintor pinta con sus utensilios, el líder lidera con su equipo.

Hace apenas un mes escuchaba en una formación a una participante que me decía: 

– Tengo que asumir que no puedo liderar como yo quiero porque entonces el equipo no funciona.

– ¿¿Cómo?? – Se me abrieron los ojos como platos.

En aquel momento pensé: entiendo y puedo comprender que cuando el equipo no te sigue, te cuestiones tu liderazgo. Pero de ahí a RENUNCIAR a lo que crees e ir en contra de tu pensamiento… ¡no!.

Así que le pregunté: 

– ¿Y cómo te sientes cuando actúas en contra de lo que tú crees?.

A lo que respondió:

– Mal, muy mal, pero no tengo otra.

¡Lógico, claro que se sentía mal! Cuando vamos en contra de nuestra naturaleza, contra lo que creemos, literalmente estamos traicionando nuestros valores.

En cuestiones de liderazgo, esta traición es más relevante de lo que puede aparentar a simple vista. Porque los valores son tu guía como persona, por lo que, de una u otra forma, se reflejan también en tu liderazgo.

Por tanto, esa traición que se produce en ti, que te hace sentir como un crujido en tu interior que incluso podemos llegar a notar físicamente, trasciende también a los demás.

Mi respuesta para la participante frustrada fue clara:

– Sí hay una alternativa: Aprender a liderar ESE equipo moldeándolo para construir el equipo que quieres.

Esto sucede más a menudo de lo que nos parece, y está muy bien que te replantees tu liderazgo cuando el equipo no está respondiendo a las aspiraciones y nivel de resultados que consideras es necesario para avanzar en tiempo y forma hacia los objetivos. 

Pero una cosa es cuestionarlo y otra muy distinta, renunciar a tu forma de ser.

Sé que no es una situación exclusiva de esta persona, mi experiencia me enseña que estas sensaciones con un equipo pueden ser más comunes de lo que quisiéramos, de modo que, antes de meternos en renuncias de las que arrepentirnos a posteriori, y cuando probablemente ya sea tarde, empecemos por el principio.

¿Conoces, de verdad, a tu equipo?

Tu equipo, en general, es el que te encuentras. 

Pocas veces tienes la oportunidad de crearlo desde cero seleccionando a todos y cada uno de los miembros.

Lo habitual es encontrar un equipo e iniciar tu andadura con él.

Lograr construir tu equipo ideal es una ardua tarea que como líder has de asumir y de la que nunca debes desistir.

Es un camino apasionante en el que aprenderás de las personas, del ser humano, y de ti. 

Te enfrentarás a situaciones que te pondrán en jaque a ti y a tu capacidad para superarlas.

El paso a paso del día a día te forjará como líder. 

Es un proceso continuo e ilimitado. 

Es algo que tienes que asumir cuando decides ser líder.

Tiene un truco:

Aprenderás a cada paso que des y disfrutarás del camino si eres consciente y asumes que liderar es servir.

De todas las funciones que desarrolla un directivo la más compleja es sin duda la de liderar equipos.

Y observa que no digo dirigir, digo liderar

Cuando inicies tu andadura con ese equipo heredado, transferido, impuesto (¡qué más da!) es probable que a priori pienses que no existe mucho talento en él, especialmente cuando no encaja con lo que tú esperas de un equipo.

A menudo, nos quedamos con la idea de que unos colores que no brillan y parecen obsoletos van a imposibilitar el pintar un hermoso cuadro. Aunque el verdadero potencial se conserve intacto tras esa pátina con solera que nos nubla la visión de lo posible.

No juzgues. 

Invierte tiempo en descubrir, conocer y potenciar el verdadero talento de las personas con las que lograrás los resultados que quieres, sean de tu equipo directo o no.

Invierte el tiempo en despertar el talento dormido. 

Lo mismo te puede suceder cuando quieres dar un giro en el equipo con el que llevas años trabajando y de repente sientes que no te siguen. 

Quizás la sensación sea la de que ahora ya no son los que necesitas.

Lo único que te están diciendo ambas situaciones, cuando empiezas o cuando sientes que ya no te siguen, es que en el equipo existe una inercia, una forma de hacer que ya no concuerda con la necesidad actual.

Sólo tú puedes romper esa inercia.

¿Cómo?

De nuevo: despertando el talento dormido.

Cuando necesitas el máximo talento de tu equipo (¡siempre!) y cuando éste se resiste a expresarse, sólo tú como (buen) líder, puedes despertarlo.

Liderar Equipos Humanos.

Empieza con estos dos elementos:

1. Las personas son complejas y humanas

Esto significa que cada persona responde de forma distinta ante un estímulo o una situación.

Cada persona tiene sus intereses, probablemente distintos entre ellas. 

Cada persona está en un momento vital diferente.

Este es el motivo por el cual liderar un equipo, es decir, personas, requiere de diversas habilidades para gestionar adecuadamente cualquier situación, individual o colectiva, que se produzca en él.

Y dominar las habilidades del líder conlleva tener un alto grado de conocimiento sobre uno mismo.

2. Las personas se retroalimentan del entorno en el que se mueven. 

Aunque cada persona es única tenemos la virtud de ser seres sociables, por ello buscamos sentirnos bien en el entorno en el que habitamos y nos adaptamos en mayor o menor medida a él.

Existe el refrán de “allá donde fueras haz lo que vieras”.

Si creas un entorno determinado, las personas se mimetizan en ese entorno aprendiendo de él.

Por ejemplo, si creas un entorno de mejora continua, las personas aprenderán a buscar oportunidades de mejora constantemente.

La tarea del líder es crear el contexto para que aquello que quiere lograr sea alcanzable.

Necesitas de tu equipo y ellos de ti.

El equipo responde si acepta y comprende lo que hace y para qué lo hace. 

Solo existe una única clave y es que las personas de tu equipo quieran alcanzar, al igual que tu, los retos que les planteas.

Existen algunos pasos clave para ello.

Visión del equipo

Cuando diriges un área de responsabilidad conoces los objetivos de lo que vas a aportar al negocio y tus responsabilidades, pero: 

  • ¿Has definido cuál es la visión de tu equipo? 
  • ¿Has identificado cómo quieres que sea tu equipo? 
  • ¿Cómo quieres que actúen las personas de tu equipo? 
  • ¿Qué comportamientos esperas de ellos? 
  • ¿Cómo quieres que se desarrollen dentro del equipo? 
  • ¿Qué quieres que aporten?
  • ¿Cómo quieres que se relacionen, trabajen, cooperen?

No estoy hablando de aptitudes sino de actitudes, habilidades, maneras de relacionarse.

Cuestiónate también:

  • ¿Qué se acepta en el equipo y que es intolerable en el equipo? 
  • ¿Qué fomentamos y qué no permitimos?

La visión clara que tengas de tu equipo es la que vas a transmitir y sobre la que construiréis las relaciones que os permitan alcanzar vuestros objetivos y propósito.

¿Vas a dejar esta base esencial al azar?

Comunicación transparente al equipo

Todas las respuestas anteriores harán que determines el equipo que quieres tener. 

Y el siguiente paso es comunicárselo, hacérselo saber, compartirlo con ellos y trabajarlo con ellos, hasta que lo acepten, comprendan y quieran formar parte de él.

En este punto será esencial que tu comunicación sea excepcional y lo que nosotros llamamos: Poderosa: 

  • Constructiva
  • Positiva
  • Reflexiva
  • Inspiradora
  • Retadora

(Te dejo un artículo con más detalle sobre este aspecto al final de la newsletter).

Comunicación permanente al equipo

Un líder cree en lo que dice y se comporta honrando su palabra. 

No puedes pretender que con una sola comunicación hecha, un mensaje aislado al equipo uno o dos días, sea suficiente para que todos comprendan como tú, el equipo que quieres construir.

Hay que construirlo, es un proceso, y en ese proceso la comunicación es clave.

Se necesita estar constantemente expresándolo de manera formal e informal, para facilitar esa comprensión que se logra cuando los comportamientos, hechos y sucesos, son coherentes con lo que se ha expuesto.

En este sentido, el libro sobre la cultura de Netflix, Aquí no hay reglas, expone un magnífico ejemplo en relación con su política de realizar críticas constructivas a cualquier miembro de la organización, sea cual sea tu puesto. 

Para que esto funcione y sea manifiesto, es necesario que los líderes comuniquen constantemente su apoyo real a dicha política.

Uno de los empleados lo explica del siguiente modo:

No podía creerme que aquel trabajador de bajo rango se enfrentara al mismísimo Ted Sarandos [director de Contenidos de Netflix] delante de la gente. Por mi experiencia anterior, aquello equivalía a un suicidio profesional. (…)

Cuando acabó la reunión, Ted se levantó y puso la mano en el hombro del empleado. “Fantástica reunión. Gracias por tus aportaciones”, dijo con una sonrisa. (…)

Luego me encontré a Ted en los aseos. Me preguntó qué tal iba mi primer día y respondí: “Ted, no podía creerme cómo te estaba atacando ese hombre en la reunión”. Ted me miró desconcertado. “Brian – dijo -, el día que te guardes tus críticas porque te preocupa ser impopular será el día que tendrás que abandonar Netflix. Te contratamos por tus opiniones. En esa sala, todo el mundo es responsable de decirme con franqueza lo que piensa”.

Comunicación constante. En cualquier espacio, en cualquier forma: una mano sobre el hombro o un mensaje directo y claro. 

Trabajarlo con el equipo

Involucrarlos, inspirarlos para que ellos sientan y quieran ser ese equipo que les has comunicado.

Tu tienes que creer que conseguirás lograr ese equipo y así has de transmitirselo.

Tu confías en su potencial y capacidades para lograrlo.

¡Inspíralos!

Involúcralos en el proceso de construcción del equipo.

Así ellos sentirán el potencial y la capacidad que tienen para lograrlo.

Sois un equipo que se genera entre todos los que formáis parte de él.

Tú, el primero.

¿Hasta dónde llega la responsabilidad del líder?

El líder es el responsable de crear ese equipo.

Y para ello debe crear el contexto que haga realidad esa visión. 

Tiene que crear los espacios, las dinámicas de trabajo y procesos que faciliten a las personas ser ese equipo. 

¡Eso sí! No ha de hacerlo solo sino con ellos.

El líder es el impulsor que abandera lograr esa meta y que lo fomenta con un comportamiento modelo de lo que espera del equipo y con una comunicación poderosa.

De esta forma se hará realidad el equipo que quiere tener.

Pongamos un ejemplo:

Imagina que tu objetivo como líder es tener un equipo de profesionales excepcionales.

Y por excepcional, entiendes personas que interactúen generosamente entre ellas, colaboran aportando cada una su talento y que sólo aceptan hacer y recibir críticas constructivas. 

Si ese fuera la definición que tú haces de tu equipo, tendrías que crear el contexto en donde:

  • La generosidad fuera un hábito
  • La colaboración fuera constante entre todos
  • Existiera siempre respeto a las aportaciones de cada persona 
  • Las críticas se realizaran abiertamente, de forma honesta y constructiva

El contexto es el entorno que se vive en primera persona, es lo que se comparte, se evidencia y se reconoce, a medida que se avanza. 

Y en la creación de este contexto, contamos con un impulso adicional:

¡La retroalimentación hace su trabajo!

Todo lo que no entre en esos parámetros, se irá eliminando. Las personas son conscientes de que si no lo hacen, si no eliminan aquello que escapa a los parámetros que establecemos y cuidamos para crear el contexto definido, se desvían de su objetivo como equipo.

Por tanto, en esta compleja tarea ¡no estás solo!

El contexto lo debe crear, fomentar y alimentar el líder, correcto. Pero no tiene que hacerlo solo, sino todo lo contrario, involucrando al equipo para que de forma colaborativa co-creen los mecanismos que les llevará a interiorizarlo y evolucionar hasta ser un equipo de profesionales excepcionales.

Asumir la responsabilidad de tu equipo es ser consciente de que has de acompañarlos a desarrollar sus capacidades tanto técnicas como sociales (habilidades), de forma individual y colectiva.

Cuando eso lo haces, diseñas un plan estratégico para potenciar el talento de tu equipo y crear el equipo que quieres, de la misma forma que diseñas un plan estratégico de tu ámbito de responsabilidad.

***

*¿Quieres acceder al artículo sobre las 5CCP®, las 5 Características de la Comunicación poderosa? Haz clic aquí. 

Cada líder tiene el equipo que se merece, pues nos guste o no, el equipo es el reflejo del líder.

Si quieres saber qué líder eres, observa a tu equipo y lo sabrás.

Y si lo que ves no es lo que quieres.

¡Cámbialo!

Sólo haciendo las cosas de forma distinta tendrás resultados distintos.

Recuerda:

  • Visión del equipo
  • Comunicación transparente al equipo
  • Comunicación permanente al equipo
  • Trabajarlo con el equipo

Y no te sorprendas, cuando empieces a aplicar cambios, tú tendrás que cambiar también: aprender.

Pero aprender en el camino es lo más inteligente, pues los planes estratégicos son eso, planes, guías, itinerarios, que hay que ir actualizando a cada paso con la experiencia del paso anterior.

De todos modos, a veces uno empieza que no sabe por dónde empezar (o sigue que no sabe por dónde seguir). Para esos casos, los profesionales del talento te ayudaremos encantados a que consigas liderar tu equipo pintando el mejor cuadro en el mínimo tiempo y con el máximo resultado.

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