El viaje en avión que salva empresas, aunque detesten volar.

Cuando la tecnología de última generación permite reflexiones sobre nosotros mismos y nuestras organizaciones, que pueden servirnos para avanzar y comprender un poco más la realidad y futuro hacia el que nos dirigimos, vale la pena pararse un momento y pensar. Este artículo es una invitación a reflexionar sobre la posición de nuestra organización en el mundo hacia el que vamos.

¿Sabes qué es el Mach 3?

Técnicamente, es el avión supersónico diseñado por Virgin Galactic para realizar vuelos comerciales a, atención:

¡Una velocidad que supera 3 veces la velocidad del sonido!

Dicho de otro modo, un viaje de Londres a Nueva York podría realizarse en 90 minutos.

Filosóficamente, el Mach 3 es la visión y representación del futuro.

Un futuro que aprieta el acelerador a la hora de transformar nuestro presente.

Las posibilidades que genera la revolución tecnológica en la que vivimos crean expectativas de cambio y oportunidades de comprender el mundo de un modo nuevo.

Este cambio es ante todo, veloz, muy veloz.

Hasta el sonido, con su velocidad de 343,2 metros por segundo, parece quedarse corto a ojos de la ciencia y el progreso.

Por eso, surge una cuestión ineludible para toda organización que al mirar atrás, no quiera comprobar que un día perdió su Mach 3.

Que no quiera descubrir que una oportunidad de evolucionar y adaptarse a la forma necesaria para sobrevivir en el futuro, pasó por su empresa en algún momento en que ella andaba enfocada en sus rutinas y procesos del pasado.

La pregunta ineludible es:

¿Conoces a qué velocidad va tu empresa?

He escuchado en alguna ocasión alguna de las siguientes expresiones:  “vamos a velocidad de crucero”, “vamos viento en popa”, “vamos marcha atrás”…

Parece que la velocidad es una forma fácil de comprender cómo está “caminando” la empresa.

Analicemos pues, si nuestra velocidad está siendo la adecuada como para caminar al ritmo de este futuro acelerado que ya está aquí, si está siendo la adecuada para no quedarnos atrás.

¿Qué puede estar jugando en nuestra contra?

Pues la realidad es que la lista de circunstancias que reducen la velocidad de tu empresa no es precisamente corta.

Y la consecuencia directa de esa ralentización es que, sea cual sea el origen, repercutirá en los resultados económicos y la inseguridad que se respirará en el ambiente, influyendo en la moral de las personas.

Algunas circunstancias proceden del exterior: el mercado, los clientes, los proveedores, las crisis financieras, los golpes climáticos, las pandemias…

Otras, las provocas internamente, y no siempre te das cuenta.

En particular, quiero destacarte reducir la velocidad de la empresa es sinónimo de apatía general.

Justo lo que no se necesita, lo que debe no darse, en un momento que te está exigiendo que te pongas las pilas, aprendas y evoluciones con el progreso.

¿Quién se pone las pilas apáticamente?

Va a ser que no…

Y la cuestión es que, con esta apatía se produce un bache que, en función de su profundidad, puede significar tu estancamiento y permanencia para siempre en él.

Así que cada vez serías más y más lento y por ende, cada vez estarías más fuera del circuito del mercado.

Por si la apatía fuera poca cosa, existen más motivos por los que la velocidad de una empresa se ve reducida.

Nosotros los llamamos los 5 enemigos que aniquilarán tu empresa. Y sí, te dan velocidad ¡¡pero marcha atrás!!.

Estos 5 enemigos son:

  • La inercia
  • La mediocridad
  • El control (malinterpretado)
  • Los conflictos (esas batallas de titánicos egos)
  • La incomunicación

Todo ello lleva a las personas a ralentizar de forma inconsciente su actividad profesional logrando que la empresa reduzca y reduzca y reduzca, su velocidad paulatinamente.

¡No te olvides!

Una empresa son personas que desarrollan acciones que mueven la organización.

El motor de una empresa son las personas.

No es solo una cuestión que atañe solo a RRHH, es una cuestión de dirección estratégica de negocio.

¿Qué sucede cuando los datos nos muestran que el panorama es el siguiente?:

  • En las organizaciones españolas, el 20% de la jornada de un trabajador se desperdicia en tiempo, dinero y recursos.
  • El 35% del tiempo se dedica a tareas que no aportan rentabilidad.

¡Y esto en pleno siglo XXI y de revolución en muchos frentes!.

La reflexión, cuando comprendes que el Mach 3 está ya en marcha, es que ya no es suficiente con revertir ese 20% y 35%.

Necesitas un impulso supersónico.

La clave está:

  • en romper la brecha entre el potencial de las personas y el entorno en el que trabajan.
  • en que las personas estén totalmente alineadas con el propósito de la compañía.
  • en que sean motores a toda velocidad con entusiasmo y aspiración para lograr ese propósito.
  • en que pises el acelerador en el lugar adecuado: las personas.

El impulso supersónico en tu empresa hará que la velocidad de crucero o el viento en popa pertenezcan al pasado, pues tendrás una nueva dimensión.

Este impulso supersónico:

  • te hará recuperar rápidamente el tiempo de cualquier bache que te encuentres.
  • acelerará todos los cambios internos para dar los resultados en la carrera feroz del nuevo encuadre empresarial.
  • Te permitirá descubrir nuevos nichos de mercado.
  • Te llevará a nuevas oportunidades de negocio.

Apretar el acelerador de las personas despertando su talento, incentivándolo, ayudándoles a crecer y entusiasmándolas desde un liderazgo disruptivo, convertirá el motor de tu empresa en un sistema capaz de superar cualquier reto que se presente para seguir avanzando.

Y esto es estrictamente necesario porque, te guste o no, los mercados cada vez se desestabilizan más rápidamente.

La evolución natural y conocida hasta ahora, se ha roto.

Y esto va a ir a más debido a los progresos tecnológicos, científicos, a la evolución económica y social que se da al compás.

Y todo, a mayor velocidad cada vez.

Ante tanta impredicción… ¿qué mejor que pisar el acelerador -con el que ya cuentas – para tener el impulso supersónico que te permita estar y mantenerte en la competitividad de la carrera de hoy?.

Puede parecerte exagerado.

Por eso, quiero contarte dos historias de CEO’s que por razones obvias mantendremos en el anonimato. Para que puedas ver que no lo es.

La historia de Alberto.

Alberto lleva unos 35 años dirigiendo su empresa. Es bueno, sabe lo que hace. En la última crisis económica, fue capaz de superarla.

Hoy se encuentra en una encrucijada: ha surgido nueva competencia en dos frentes en los que es muy difícil competir. Su visión hacia el futuro es que ve sus días contados.

Pero ¿cuál es el motivo que le impide competir?

Alberto cuenta con un equipo humano desgastado, alejado de la realidad del mercado, obsoleto en conocimientos y técnicas. Saben hacer lo que hacen, pero no saben evolucionar, no tienen la capacidad de adaptarse a lo que ahora necesitarían.

Necesita una revolución interna y aún así, no sería suficiente porque las personas no están alineadas con la empresa.

Su sentir más profundo, su motor, su equipo, es que no tienen ningún motivo para hacer, ahora, un sobreesfuerzo.

La historia de Paula.

Paula tiene una empresa que funciona bien.

Tienen un nicho muy bien definido y cuya competencia en estos momentos, no es muy destacable.

Lleva más de 15 años impulsando el negocio, lo conoce muy bien. Pero ahora se encuentra ante una tesitura que le ha hecho abrir los ojos y descubrir que no sabe cómo afrontar algo con lo que no contaba hace apenas unos meses.

Su proceso de venta ya no funciona, y aunque son conscientes de que han de crear uno nuevo o evolucionar el actual considerando las circunstancias actuales, tiene una resistencia interna con la que luchar.

Estas dos historias son ejemplos reales. Las compañías, los CEOs, los directivos… se están encontrando a diario con situaciones como estas.

No son especiales, no son casos aislados.

Mientras, el Mach 3 ya está en marcha.

Como has visto, en una compañía el freno está, fácilmente, en las personas.

Las razones para que esto suceda pueden ser distintas, pero tienen un denominador común: no están alineadas con el propósito.

Cuando las personas no están alineadas con el propósito, no pueden ser acelerador.

Están tan alejadas del propósito de la empresa que no aceptan, no comprenden ni se suman a hacer lo que haya que hacer para lograr que la empresa continúe avanzando.

Las empresas sin propósito, y sin alineación de las personas con ese propósito,

No tienen el pie en el acelerador,

No tienen velocidad,

No tienen futuro.

El acelerador son las personas. Es uno de los fundamentos de la Empresa Líquida. Te lo hemos contado ya otras veces desde diferentes perspectivas, pero hoy hemos querido añadirle un matiz que supone la diferencia entre el impulso, y el impulso supersónico: el acelerador son las personas "ALINEADAS".

Te invitamos a que hagas una revisión de la velocidad de tu empresa. ¿Qué circunstancias, internas o externas, están haciendo que se vea reducida? ¿O quizás ya estáis apretando el acelerador hasta el fondo?

Y si quieres saber más sobre los 5 enemigos que aniquilarán tu empresa y de los que te hemos hablado, puedes descargarte nuestra guía gratis aquí

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Los 5 enemigos que aniquilarán tu empresa

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