En tiempos revueltos todo se cuestiona, es inherente a las personas, porque nos lleva a una forzada revisión de las respuestas que utilizábamos para un escenario que de repente, ya no es el mismo.
Cuando el entorno en el que estamos se nos altera, cuando el mundo que conocíamos y en el que tomábamos decisiones basadas en una seguridad más o menos razonable cambia, nos sentimos vulnerables ante lo desconocido, las dudas nos asaltan y la inseguridad se instala en nosotros.
Y en estos momentos tan complejos, el concepto “las personas en el centro” se ha afianzado, con mayor fuerza, en las empresas.
Sin embargo, aunque es lo que escuchamos con claridad y observemos que es verdaderamente la intención de las empresas, pocas están realmente trabajando para convertir intencionalidad en realidad.
Es comprensible, en cierto modo. Porque este cambio implica que las áreas de talento de las empresas tienen que desaprender y volver a aprender a marchas forzadas.
Y en ese proceso de cambio, como humanos que son los responsables y colaboradores del área de talento, les pone en esa situación de inseguridad ante lo desconocido o, mejor dicho, ante lo que nunca habían realizado hasta ahora.
Cuando la incertidumbre nos inunda buscamos referentes, guías que nos ayuden a encontrar el camino a seguir. Sucede que, en esta ocasión, es casi imposible, aunque disponemos de algunas conocidas por todos, como por ejemplo el caso Netflix.
La realidad es que son muy pocas las empresas que se aventuran a asumir el riesgo de realizar una transformación profunda en sus organizaciones poniendo a las personas en el centro.
Los pensamientos heredados e instaurados que todavía se viven en algunas organizaciones, lamentablemente no evolucionan a la velocidad de la evolución de los mercados, por lo que el miedo a lo desconocido, la falta de hábito de trabajar sin referentes y la esperanza de que “esto pasará y todo volverá a la normalidad”, acaban por imponerse ante una indecisa voluntad de cambio.
Es cierto que no es nada fácil comprender y abrazar el cambio cuando se comprueba que tus esquemas mentales, procesos y estructuras están siendo ineficientes para convivir con el entorno actual y con una cultura en continuo movimiento, donde lo que aprendes hoy, en poco tiempo queda obsoleto.
Así es el escenario en el que estamos. Y ante ello, las empresas deben escoger entre dos opciones: resistir e intentar volver a lo conocido – aunque signifique cavar su propia tumba – o abrirse, escuchar las tendencias, comprender el contexto y cazar las oportunidades que este desafío nos aporta.
Este desafío nos brinda la oportunidad de estar en constante aprendizaje, desapegado de lo que se sabe para dar opción a lo que se puede llegar a hacer rompiendo límites.
Este desafío nos lleva a asumir riesgos, tener mentalidad científica, crear hipótesis, experimentar e ir descubriendo a cada paso el camino de transformación que te llevará a convivir con la incertidumbre desde la normalidad.
Este desafío nos invita a ser valientes para afrontar retos desconocidos e ir trabajando en ellos sin miedo al fracaso, viviéndolo como un aprendizaje necesario para dar el siguiente paso.
Este desafío necesita a las personas, sin ellas no será posible. Esta es la verdadera razón por la que las personas han de estar en el centro de las empresas si éstas quieren mantenerse y crecer con éxito en el futuro.
Y es también la razón por la cual, el gran desafío es para el área de talento, que tendrá que salir de su letargo y esquemas tradicionales, para ser valiente y contribuir a que su empresa sea sostenible en el futuro.
El desafío es para el área de talento, que tendrá que inyectar la creatividad e innovación en el adn de la empresa a través de la creación de un contexto, cultura organizacional, que haga brillar el talento.
El área de talento tiene que asumir su función de crear una estructura y dinámicas que permita al equipo humano ser ágiles ante los cambios imprevistos, e innovadores para avanzarse a las necesidades de sus clientes, y ser para ellos su opción preferida.
Y en esa profunda transformación acompañar a las personas: facilitarles la comprensión del entorno, hacerles partícipes para que abran su mente y lograr que quieran contribuir a esa transformación indispensable.
Sin duda, es el mayor reto que el área de talento se ha encontrado, y también es la gran oportunidad para poner en valor el talento y las personas en el centro.