La profecía autocumplida… ¿se está dando en tu empresa?
El 67% de las pymes españolas subestiman sistemáticamente el potencial innovador de sus propios equipos (Fundación COTEC para la Innovación).
¿Cómo afecta esto al negocio?
Cuando se define lo que una persona puede y no puede lograr basándose en limitaciones percibidas – y no en su potencial real – la organización queda atrapada en un ciclo de profecía autocumplida.
Subestimar al equipo es como colocar un «techo de cristal» sobre el talento con el que ya cuentas.
Como consecuencia, no solo frenas su desarrollo. Cuando este crecimiento se va por el sumidero, arrastra consigo la evolución de la empresa y su capacidad para mejorar beneficios.
Dicho de otro modo:
Cuando los directivos infravaloran sistemáticamente el potencial de sus equipos, viven – sin darse cuenta – tejiendo y destejiendo el pañuelo de Penélope:
Se esfuerzan por aportar lo mejor a la empresa, mientras actúan como un obstáculo serio para su competitividad.
¿Cómo superar este punto?
El principal problema radica en que el líder necesita renovar su visión y estilo de liderazgo para comprender y adentrarse en la complejidad y contexto actual, marcado por avances disruptivos continuos y simultáneos.
En Kainova lo hemos constatado trabajando con múltiples organizaciones:
cuando los líderes amplían su visión, y renuevan su mentalidad y habilidades, descubren de lo que su equipo es realmente capaz.
Este fenómeno tiene una explicación clara:
Los equipos responden a las expectativas que se depositan en ellos.
Si les planteas desafíos ambiciosos con la firme convicción de que están capacitados para superarlos, se produce una transformación notable, y, además, el rendimiento aumenta significativamente.
Todo cambia cuando cambias tu mentalidad.
En lugar de «¿qué puede lograr mi equipo actual?», la cuestión transformadora es:
«¿Qué podría lograr mi equipo si eliminara los límites mentales que le he impuesto?»
Propuesta práctica:
Durante el próximo mes, identifica un proyecto ambicioso que normalmente considerarías fuera del alcance de tu equipo. Plantéalo con una expectativa clara de éxito. No como un experimento, sino como una misión con plena confianza en su capacidad.
Y mide el impacto.
Los resultados suelen ser sorprendentes.
Cuando eliminas las etiquetas limitantes y planteas desafíos que exigen crecimiento, los equipos encuentran recursos que ni siquiera sabían que poseían.
Como apuntaba Steve Jobs: «Inventemos el mañana en lugar de preocuparnos sobre qué ocurrió ayer.»
Porque el verdadero trabajo de un líder no es gestionar lo que el equipo es hoy, sino liberar lo que puede llegar a ser mañana.
Eso es liderazgo disruptivo y empresa líquida. Y ahí es donde empieza tu ventaja competitiva.
