Cada vez más empresas quieren ser ágiles.
Colaborativas. Dinámicas.
Líquidas, en apariencia.
Pero siguen jugando con reglas rígidas.
Crean figuras transversales para avanzar:
Project Managers, responsables de conocimiento, conectores.
Roles que nacen para unir, acelerar, transformar.
Y terminan bloqueados.
Sin aire.
Sin permiso real para mover nada.
No porque no sepan qué hacer.
Sino porque la organización no está preparada para que alguien sin cargo tenga poder.
Los organigramas ya no pueden ser los mismos.
Porque las nuevas condiciones del mercado ya no encajan con ellos.
Uno de los fundamentos que define a la Empresa Líquida de Kainova es claro:
Las jerarquías han muerto.
No es por dramatizar,
sino por explicar, sin rodeos, que el sistema jerárquico heredado ya no se sostiene.
Cuando a estas figuras se les pide:
- Coordinar, pero no pueden decidir.
- Conectar áreas… pero nadie las escucha.
- Aportar visión, pero tienen que pedir permiso para actuar…
Entonces, lo que debería sumar, estorba.
Y lo que debería avanzar, se frena.
En Kainova no decimos que falten herramientas.
Decimos que falta otra lógica.
Una lógica líquida.
Una cultura donde el poder se redistribuye para avanzar en red.
Donde aportar no es un privilegio, sino una responsabilidad compartida.
Donde colaborar no necesita autorización.
Donde el valor no se mide por el cargo, sino por el impacto.
Y eso no se consigue con una formación.
Ni con un cambio de procesos.
Se consigue con Liderazgo Disruptivo.
Un liderazgo que se atreve a soltar el control para abrir paso a una nueva forma de funcionar.
Que no solo lidera… sino que libera.
Que transforma la cultura desde las conversaciones, las decisiones y el ejemplo.
Ese liderazgo que activa la Empresa Líquida.
No como metáfora.
Sino como sistema real de avance colectivo.
¿Te suena exagerado?
¿Piensas que en tu empresa no pasa?
Entonces estás de suerte.
Porque, según Harvard Business Review, 75 % de los equipos transversales son disfuncionales: no cumplen al menos tres de cinco criterios clave (presupuesto, plazos, especificaciones, expectativas del cliente o alineación con los objetivos corporativos).
Y no es por falta de talento.
Es por culturas que no han aprendido a fluir.
En realidad, todo es más sencillo de lo que parece…
cuando el acompañamiento para alcanzar ese punto de liquidez que tu organización ahora necesita es experto.