En un lugar de Teruel, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho que instalaron el primer teléfono del pueblo.
Sin embargo, en aquel momento – hará unos 60 años – no todo el mundo comprendió con claridad el funcionamiento del nuevo aparato.
De entre todas las anécdotas, siempre destacó la del sagaz Paco.
Paco tenía una novia que se había ido a Barcelona y alguien le dijo que salía con otro.
Puesto que acababan de poner el teléfono decidió utilizarlo para cantarle las cuarenta a la muchacha.
Cuando llegó su turno y la telefonista le indicó que ya podía hablar, en lugar de entrar en la cabina y coger el auricular, empezó a dar voces en medio de la sala.
Como si creyera que las paredes fueran a hacerse cargo de transmitir su mensaje al más allá, y como si no hubiera un mañana a la hora de proyectar su voz, lanzó tales improperios y gritos contra la chiquilla de Barcelona, que los que aguardaban allí su turno para utilizar el aparato no pudieron más que empezar a reírse a mandíbula batiente.
Se partían de risa, sí… así eran en los pueblos, muy comprensivos…
Ha pasado mucho tiempo de esta anécdota (pero mucho, mucho…).
Y, sin embargo, en pleno siglo XXI, por excelencia el siglo de la tecnología en el que cualquier persona lleva encima, como mínimo, un aparato tecnológico, sigo escuchando la frase:
“La tecnología y yo no nos llevamos bien”.
Sucede que existe resistencia a familiarizarse con la tecnología.
Pero… ¡No puedes llevarte bien o mal!
La lavadora, el microondas, la televisión, por nombrar algunos aparatos… ¡son tecnología!
Solo hay un truco: tienes que dedicarle un tiempo a aprender los botones que tocar para que hagan lo que tú quieres.
Si aprendes a utilizar un televisor – que, dicho sea de paso, actualmente son tan avanzados como un ordenador – ¿qué hace que tú o tu equipo veáis más complejo otro tipo de tecnología?
Por ejemplo, una nueva aplicación para controlar tus cuentas, gestionar tus horas de trabajo o registrar los pasos que realizas para ponerte en forma.
En realidad, la tecnología se ha convertido para muchas personas en “la excusa perfecta”.
La excusa perfecta para no dejar de hacer lo que haces de la forma que lo haces, es decir, para seguir haciendo las cosas del mismo modo (aunque no sea el óptimo).
La resistencia no es a la tecnología.
La resistencia es a variar la forma de hacer algo que ahora sabes hacer cómodamente de un modo determinado, aunque la tecnología -ya sea una nueva para ti o una más evolucionada respecto de la que usas ahora – pueda aportarte eficiencia, productividad y calidad de vida.
Existe una realidad: la vida avanza, evoluciona, y tú con ella… a menos que decidas quedarte anclado o anclada en el pasado.
Siempre ha sido así y quienes han entendido cada avance a tiempo le han sacado el provecho a su favor.
La gran diferencia de hace 40 años a ahora es la velocidad de avance.
¡Y menuda velocidad!
Eso te empuja a estar en continuo aprendizaje a un ritmo más acelerado del que seguro te gustaría.
Además, hay un segundo punto que no todo el mundo ha comprendido aún, y éste, es realmente importante:
Hay que dejar de ver la tecnología
como un sustituto de tareas,
eso ya pasó.
El gran reto que tienes es aliarte con la tecnología, integrarla para convertirla en un medio que te permita aportar tu talento, el mayor valor que cualquier ser humano aporta en su organización.
Por tanto, la tecnología por sí misma, ha dejado de ser el fin.
La digitalización en las empresas, siendo necesaria, no es suficiente.
Si las organizaciones quieren seguir siendo competitivas en este mercado, si no quieren ser fulminadas por nuevas empresas digitales o por nuevos modelos de negocio que aplastan los modelos tradicionales, tienen una prioridad en su lista de “To Do”:
Evolucionar al ritmo del progreso tecnológico y utilizarla como herramienta para potenciar el talento de las personas.
John P. Kotter nos avanzó:
“El siglo XXI nos va a forzar a todos a evolucionar hacia un modelo de empresa fundamentalmente nuevo. La buena noticia es que esto nos permite hacer algo más que aferrarnos a lo que conseguimos en el siglo XX.”
Paco entró en la habitación con la nueva tecnología y volvió a hacer lo que siempre había hecho, hablar al aire (¡a gritos!).
Replicar comportamientos como aquel, aunque sea en una versión neo tecnológica en la que ya no vociferamos al viento pero sí nos resistimos a cambios que nos hacen desaprender y aprender constantemente, ya no tiene cabida.
Se trata de no aferrarte a lo que sabes y descubrir todo lo que puedes llegar a hacer, tú mismo y con tu equipo, soltar el lastre de lo que se conoce y explorar las oportunidades que brindan este escenario.
Aprovecha tu experiencia y conocimiento e integra la tecnología como recurso para dar tu máximo valor.
Todas las crisis traen oportunidades.
Lo sabes, porque la historia ha dado ejemplos de empresas que se han reinventado o han nacido en crisis logrando ser reconocidas por todos:
Revlon, empresa de cosméticos nacida durante la Gran Depresión de 1932 se convirtió en una organización multimillonaria en tan solo 6 años. La clave del éxito hasta nuestros días es la Innovación.
Idealista, en la crisis 2008 que afectó a su sector sobrevivieron incrementando incluso su cuota de mercado. La clave del éxito fue ajustar al máximo su capacidad de gasto y no tener deudas.
La pandemia te ha obligado a ser “amigo” o “amiga” de la tecnología. O quizás no la sientas como tal, pero probablemente hayas descubierto opciones con las que antes no contabas, y que bien utilizadas, jugarán a tu favor.
Me pregunto si después de la situación vivida dejaré de escuchar “La tecnología y yo no nos llevamos bien”.
Esta situación ha acelerado, sin duda, el uso masivo de la tecnología y sus posibilidades, rompiendo claramente las resistencias derivadas de costumbres o de “pereza” para aprender a hacer algo que haces excepcionalmente bien, de forma diferente.
En el mejor de los casos, has podido verificar cómo la tecnología, no solo es un soporte a procesos.
En otro caso, si la tecnología para ti está limitándose sólo a eso, a ser un soporte para procesos, la buena noticia es que aún tienes un buen margen de talento por explotar que espera dormido.
Aprovecha las circunstancias ¡y ve a por él!
La tecnología aporta un gran valor, pero recuerda siempre:
Las herramientas son solo herramientas. Funcionan o no funcionan.
Son las personas las que maximizan su rendimiento.
Mira lo que dice un estudio de la UPF Barcelona School of Management
- Un 55% de los empleados querría seguir trabajando desde casa después del confinamiento.
- El 81% de los casos el teletrabajo no ha provocado afectaciones a la calidad del trabajo
- El 66% de los encuestados están satisfechos con la experiencia y afirman que su productividad se ha mantenido o, incluso, ha aumentado
¿Te das cuenta? El gran reto está en Innovar
“Innovar es encontrar nuevos o mejores usos a los recursos de los que ya disponemos” (Peter Drucker).
Hoy dispones de un recurso, la tecnología, que avanza a pasos agigantados y que te permite innovar si se convierte en tu mejor aliado.
El binomio tecnología-persona va a ser clave para marcar la diferencia en las empresas.
Las empresas que lo logren – no olvides que son las personas – conseguirán ofrecer mejores productos y servicios a sus clientes constantemente, pues tendrán una ventaja competitiva: la capacidad de ser ágiles con un recurso tan potente como la tecnología.
Pensar en soluciones incorporando la tecnología de forma estratégica significa que los profesionales, ahora sí, se han aliado con la tecnología.