¿Conoces a Clara Campoamor?
Fue una abogada, escritora y política española (una de las primeras diputadas en España), que luchó por la igualdad entre hombres y mujeres, y, sobretodo, por el sufragio femenino en España. Con su tenacidad logró un hito histórico: La Constitución de 1931 reconoció el derecho a voto de las mujeres, quienes acudieron a las urnas por primera vez en las elecciones de 1933. (Fuente)
¿Por qué hablar de ella en las Grandes Ideas de la Empresa Líquida?
Pues porque lideró un difícil y necesario cambio. Y, además, lo hizo desde una desaventajada posición por ser mujer.
¿Te imaginas al pensar en ella, una líder cuyas frases recurrentes fueran del tipo?:
- Eso no se puede hacer…
- No es posible…
- Nunca vamos a conseguirlo…
- No sé si podré…
- No me van a dejar hacerlo…
Nadie dice que no se le pasaran por la cabeza a veces. Pero lo que es seguro, es que no dejó que se interpusieran como los límites de su visión.
Y si de límites se trata ¿quién no los tiene?
La cuestión, cuando hablamos de liderazgo, es que sus efectos repercuten directamente en los resultados de una visión. Concretamente, reduciéndolos.
Llegar lejos… quedarse cerca… todo dependerá de donde estén esos límites con los que convives a diario.
Y de tu capacidad para deshacerte de ellos o, como mínimo, desplazarlos tan lejos como sea posible.
Para ayudarte con esta tarea, y que tu liderazgo se ponga a la altura del de Campoamor, hoy hablamos de un elemento que deberás aprender a observar en ti para ser capaz de dominarlo y barrarle el paso cada vez que quiera interponerse entre tu visión y tú.
Hoy hablamos del apego.
El límite de tu negocio es tu límite
Es una frase tan real como impactante.
Y cumple no solo para empresas, sino para cualquiera de los ámbitos en los que se lidera.
Un proyecto, un departamento, un equipo llegarán hasta donde les permitan los límites de su líder.
¿Que el líder tiene ideas claras, es visionario, le encanta ir más allá y se emociona con los retos?
El límite de ese equipo va a estar muy lejos.
Pero si el equipo cuenta con un líder cuyo apego a lo que hace y como lo hace, es elevado, temprano, o aún más temprano, llegarán a su límite.
Cuando un líder considera que su gestión ya es buena tal y como es, y no son necesarias mejoras y nuevas propuestas en ella, el camino a recorrer es corto.
Y los nuevos lugares que descubrir, inaccesibles.
Nuevos lugares cuyos nombres son:
- Crecimiento del negocio
- Innovación
- Mejora de la competitividad
- Mejora de los resultados
Por si fuera poco, el apego no solo interfiere en aspectos que son propiamente del negocio, sino que impide el desarrollo profesional de las personas en los equipos, logrando que el talento se duerma o solo avance en desarrollar la especialidad.
Así pues, el apego del líder corta las alas al equipo y a la organización.
En un mercado de elevada competitividad, en el que, literalmente, el que no corre, vuela, cortar alas no sería, precisamente, una decisión estratégica inteligente.
Desarmando el apego
El que un líder se apegara a su buena gestión, tal vez era suficiente para tener un negocio próspero en el siglo XX.
Sin embargo, en este siglo lleno de novedades a todos los niveles, que tu liderazgo se apegue a la gestión del mismo modo hace que la prosperidad vea su fecha de caducidad acortada.
Ese es uno de los grandes cambios del nuevo paradigma del siglo XXI. Ya nada es para siempre. Lo que sabía ayer tal vez mañana ya no sea útil… o, dicho de otra forma: he de estar aprendiendo constantemente.
Aceptar que los nuevos aprendizajes durarán lo que duren, a veces, quizás solo un telediario.
Así que mejor no te apegues a lo que conoces o sabes porque el límite estará, peligrosamente, muy cerca.
Esto que te estamos contando es, casi podríamos decir, una cuestión científica.
Fisiológicamente, el principal problema del apego es que no es permeable. Por eso su existencia genera un muro a las novedades que pudieran llegar a tus oídos.
Al aferrarnos fuertemente a un modo de hacer, a una seguridad basada en “lo que siempre me funcionó”, nuestra apertura a lo nuevo es muy pequeña.
Porque bien sabemos que lo nuevo causará, inicialmente y hasta que generemos los ajustes necesarios, un desequilibrio en nuestros procesos y manera de pensar.
Sucede que esa falta de apertura se convierte en el bastión que separa al equipo de sus oportunidades de crear, experimentar, mejorar e innovar.
Cuando el líder es esclavo de su apego, el equipo ve barradas sus opciones de salir de su zona de confort, lo que es equivalente a decir que el equipo no puede aprender y generar nuevo valor añadido que trasladar, tanto a su labor diaria, como a los productos o servicios que ofrece al mercado.
La consecuencia inevitable es que ese muro invisible generado por el apego del líder arrastra a la frustración del equipo humano y los limita impidiendo que desarrollen su talento.
Un talento que es la respuesta a todas las situaciones que el nuevo paradigma puede plantearnos.
Desde luego, esas respuestas no las encontraremos en los libros de historia. Porque los retos son nuevos. Por tanto, requieren innovación que se hace con talento en acción.
En un entorno de problemas hipercomplejos, donde necesitamos personas capaces de resolverlos hay que derribar ese muro invisible que es el apego, si se quiere alargar la fecha de caducidad de la prosperidad de nuestro negocio.
Es necesario derribar esos muros invisibles y ser permeable:
- a opciones nuevas hasta ahora no planteadas,
- a ideas descabelladas que utilicen tecnología,
- a buscar formas de trabajo ágiles,
- a eliminar todo aquello que impida avanzar y dejar entrar la curiosidad, la experimentación y la innovación dentro de nuestra forma de hacer.
Impulsar a los equipos
No basta con ponernos las pilas como líderes que tiran abajo sus propios muros.
Este es el primer paso y es indispensable.
Pero es necesario seguir avanzando desde ahí e impulsar a los equipos a que también lo hagan.
No es tarea fácil (nadie dijo que ser un buen líder lo fuera).
Como líder, tu tarea será la de impulsar a tu equipo para que den este paso.
En el siguiente texto extraído de una entrevista del diario Expansión, compartimos contigo cómo expone esta idea Salvador Alva, expresidente de PepsiCo en América Latina y miembro de su comité ejecutivo. Dice así:
Pero el reto, alerta Alva, no es solo que los dirigentes desaprendan el modelo obsoleto, en el que han crecido, y aprendan a ser líderes inspiradores sino que también hay que cambiar la mentalidad de las plantillas: para muchos aún es más cómodo y sencillo seguir unas directrices marcadas desde arriba, confiar en el paternalismo y no pensar de más.
¿Qué es lo (único) que un líder no debe delegar? Diario Expansión.