Acurrucada en el sofá, esta noche la serie va de abogados y narcotraficantes que trabajan juntos.
En un momento determinado, sucede algo que me pone en tensión.
La escena se produce en un despacho gris, triste y poco iluminado.
Un narco de los importantes, Gustavo Fring, escucha con atención a un expolicía corrupto que trabaja para el cártel.
El expolicía plantea a Fring que uno de sus hombres quiere salirse del negocio de la droga.
No es que Varga, el hombre que quiere salir, sea un angelito. De hecho, quiso matar a su exjefe y casi lo consigue. Pero, cosas de la vida, ahora quiere alejarse de todo ese mundo.
La respuesta de Fring es clara:
Varga se queda.
Y, tras un intento del expolicía de defender a Varga para que pueda hacer lo que quiera con su vida, Fring responde con contundencia y enfado:
A un perro que muerde una vez la mano de su dueño sólo se le disciplina con mano firme o se le mata.
Fin de la conversación.
El expolicía sale de la habitación sin decir nada más.
Está todo claro. No hay duda ni del significado del mensaje ni de lo que se tiene que hacer.
Varga se queda o muere.
No hay más.
Y a eso voy precisamente, a la capacidad extraordinaria de comunicar que tiene este narco.
Tiene claro el mensaje y sabe cómo transmitirlo para conseguir lo que cree mejor para su organización.
Y para él, claro.
En su caso, con decirlo una vez, basta.
Todos le entienden a la perfección.
Ojalá la vida y la comunicación en las organizaciones fueran tan sencillas.
Decir lo que se tiene que decir, cuando y como se tiene que decir.
Una sola vez y listo.
Y si tienes como Fring, una frase lapidaria con que hacerlo, ¡lo petas!
Queremos una comunicación con los resultados de Fring.
Su estilo, no.
Sus resultados, y mejorados, sí.
Por eso te invito a quedarte. Lo que voy a contarte te va a mostrar el camino para construir en tu empresa una comunicación, no sólo eficiente como la de Fring sino que, además, y sobretodo, va a ser una Comunicación Poderosa®.
Una comunicación que genera Eficiencia, Productividad, Innovación y Bienestar.
Y sin necesidad de autoritarismos ni amenazas que vayan en detrimento de las relaciones fluidas y co-creadoras que necesitamos para responder con éxito a nuestro entorno.
Comunicarte cuando no tienes un guionista haciéndote el guion
Sucede que en la vida no tenemos guionistas haciéndonos el guion.
La realidad es un poco más complicada.
Lo que en nuestra cabeza es tan claro, resulta que fuera no provoca el efecto que esperábamos.
La repercusión de esto es enorme para una organización, porque, lo que decimos:
- no se entiende o interpreta como queríamos
- no llega en el momento adecuado
- lo dices una vez y es como si no se hubiera dicho nunca…
Por si no fuera suficiente, suele suceder, además, que las personas no son conscientes de que todo esto está pasando y, por tanto, no ponen remedio alguno para solucionarlo.
Como consecuencia:
- proyectos que se entorpecen y alargan
- reuniones aburridas que generan faltas de atención
- errores que se acumulan y nos roban tiempo que podríamos haber empleado en avanzar…
Con todos estos mecanismos en marcha, el dolor sólo puede ir a más porque, todos ellos, son fuente de malestar y pérdida de motivación.
Traducido al lenguaje de la cuenta de resultados, estamos hablando de incrementos de costes y reducción de resultados, si no es que incurrimos en pérdidas.
En el mundo de las organizaciones, la falta de una Comunicación Poderosa® implica que vivimos un día a día lleno de personas frustradas y cansadas porque sienten que no se les ha escuchado, entendido o que aquello que se ha aplicado, dista mucho de lo decidido.
Si se tiene suerte, lo aplicado será algo mejor.
Aunque no existe ninguna garantía de que esto vaya a ser así.
Cuando la comunicación no funciona es como jugarnos a la lotería los resultados de nuestros planes estratégicos y tácticos.
De algún modo, aplicamos un “¡A ver si hay suerte con lo que he dicho!” y esperamos que todo suceda según lo que planeamos.
Lamentablemente, más veces de las que debería suceder, esa espera no nos lleva a buen puerto.
Si podemos evitar que esto suceda, y tenemos las herramientas para hacerlo, ¿por qué no evitarlo?
El teléfono escacharrado
“¿Cómo hago entender al CEO la importancia de comunicar bien?”
Esto es lo que me preguntaba, desde la desesperación, la persona con la que conversaba.
Y seguía… “Mi CEO informa, no comunica. Piensa que por decir algo una vez es suficiente para que los otros lo entiendan como él.”
Y mientras el CEO no salía de su postura, este directivo veía cómo los problemas, malentendidos y malestares se multiplicaban por doquier.
Es curioso, pero nos empeñamos en reducir la complejidad que encierra la comunicación, y que da para escribir cientos de libros, a la mínima expresión:
“¡Yo ya lo he dicho!”
Si nos paramos a pensar en los verbos involucrados en la comunicación, la lista es larguísima: decir, informar, comunicar, oír, escuchar, entender, comprender, atender…y podría seguir con unos cuantos más.
Sólo esto, nos da una pista de la dificultad de la comunicación.
Y de la importancia de cuidar la nuestra, de desarrollar bien esta habilidad.
Si es que quieres ahorrarte tiempo, dinero y dolores de cabeza, claro. Si no, ya puedes dejar de leer.
Puede parecer ridículo, pero en las empresas (y también fuera de ellas), con lo que se dice pasa fácilmente como en el juego del teléfono escacharrado. ¿Quién no ha jugado alguna vez?
Una persona traslada una palabra o mensaje a otra que, a su vez, deberá transmitir lo que ha entendido a otra, ésta última a la siguiente y así sucesivamente hasta llegar al último jugador. Lo normal en el juego es que el primer jugador tenga que acabar aclarando la diferencia entre su palabra o frase y lo que realmente llegó al último de los jugadores.
¿Acaso no te has visto nunca en una tesitura similar al trasladar un mensaje a tu equipo? ¿Una situación en la que lo interpretado de tu mensaje no fue realmente lo que pretendías transmitir?
Como líder, tu responsabilidad es la de comunicar tus mensajes con eficiencia.
Es más, en la empresa líquida te diríamos que es necesario ir más allá de la eficiencia, y comunicar “poderosamente”. Es decir, mediante una Comunicación Poderosa ®.
Para que las personas de tu equipo no sólo tengan muy claro lo que hay que priorizar y lograr, sino que, además, dispongan de las herramientas y la actitud necesarias para elevar los resultados de ese logro al máximo valor posible.
Volviendo al problema de base. La cuestión es que, a pesar de saber de la complejidad intrínseca a la comunicación, pretendemos que diciendo algo una sola vez, automáticamente, todas las personas escuchen aquello que acabamos de decir.
Y no sólo que lo escuchen, ¡pretendemos que lo entiendan y comprendan, exactamente, como nosotros lo tenemos en la cabeza!
Pero, fíjate en algo que sucede cada vez que quieres trasladar un mensaje: una cosa es el mensaje que tú tienes en mente. Otra, el mensaje que efectivamente reproduces en voz alta. Otra, lo que escucha la persona a la que te diriges y, finalmente, está lo que esta persona interpreta de lo que ha oído.
Al final de esta cadena, ¿cuánto queda del mensaje que tú tenías en mente?
¿Cuántas veces sucede esto en tu organización cada día? ¿Entre cuántas personas?
Sin darnos cuenta, estamos jugando al teléfono escacharrado mucho más de lo que nos gustaría. El problema es que, si llevamos entre manos un negocio, el juego ya no nos parece tan divertido.
Por eso la Comunicación Poderosa® es altamente recomendable para CEO’s, directivos y managers.
Si eres de los/las que pensaba que diciendo las cosas una sola vez debería ser suficiente espero que ahora ya tengas claro que esa, no es una buena estrategia.
Algunos datos sobre el valor estratégico de la habilidad de comunicar
En 2017, uno de cada diez CEO concedía la máxima puntuación a la función de comunicación, mientras que en el año 2021 esa cifra se situaba en tres de cada diez.
Parece que vamos tomando consciencia de que esta habilidad contribuye al funcionamiento óptimo de la organización.
Por otro lado, la Asociación de Directivos de Comunicación (Dircom), en su reciente estudio, El estado de la comunicación en España 21-22, destaca que el 70% de los CEO otorgan, en una escala del 1 a 5, una valoración de 4 ó de 5 a la importancia de la función de la Comunicación.
Se constata que la comunicación es relevante y que, cada vez, mayor número de directivos toman consciencia de su importancia y papel fundamental.
Estratégicamente estos datos nos indican algo interesante:
A medida que esta tendencia se vaya consolidando, y cada vez más CEO y directivos apuesten por invertir en la mejora de esta habilidad de sus líderes y equipos, la brecha entre la capacidad competitiva de las empresas que lo hacen y aquellas que continúan en el “¡yo ya lo he dicho!”, será cada vez mayor.
¿En qué lado de la brecha quieres estar tú?
Si te quieres posicionar en el lado de los que disponen de una mayor capacidad competitiva, ten en cuenta que, en este momento de la historia, una comunicación eficiente se queda corta.
Para avanzar y sacar una buena ventaja a tus competidores y asegurar tu espacio en el campo de juego, tendrás que apostar por una comunicación que, además, sea fluida y poderosa.
Esta será la forma de garantizar la agilidad, eficiencia e innovación que te doten de una verdadera ventaja competitiva.
Tres básicos para lograr una comunicación fluida
La comunicación ha de ser constante.
Efectivamente, para obtener una comprensión que lleve a las personas a actuar en concordancia con aquello que se está comunicando, necesitamos que la comunicación sea constante.
De esta forma se va asimilando el mensaje, valorando su significado e interpretando adecuadamente la información que contiene.
Debemos comprender y aceptar que es necesario insistir y repetir, una y otra vez, hasta lograr la comprensión necesaria. Esa comprensión provocará un punto de inflexión en el comportamiento y acciones de las personas que han comprendido y que, ahora, estarán alineadas con el mensaje.
No es sólo lo que se ha dicho, sino cuánta gente lo ha entendido.
En una cultura donde la comunicación es fluida existe siempre esta preocupación de base: ¿cuánta gente lo ha entendido?
Para asegurar un engranaje de los equipos y proyectos que sea ágil, las personas de una empresa líquida se preocupan por lograr que el mayor número posible de personas hayan entendido y comprendido el mensaje lo suficiente como para provocar el impacto que están esperando de él.
Y son conscientes de que no puedes esperar que lo que tú has comprendido y elaborado a través de todo un proceso de pensamiento, tus colaboradores lo capten en minutos.
No es lógico.
Por ejemplo, si tú vas a una conferencia de física cuántica y sobretodo, si sabes muy poco o nada de física cuántica, por muy bueno que sea el conferenciante, saldrás de allí con una idea muy, muy vaga. Pero no habrás podido comprender, por muy bien que te lo hayan explicado y por mucha riqueza que contenga esa información.
Piensa en los mensajes para tu equipo del mismo modo. Ellos no están en tu cabeza y quizás sea incluso la primera vez que te escuchan hablar sobre un tema o idea particulares. Recuerda ponerte en su lugar y dales el tiempo y herramientas que necesiten para poder comprenderte.
Comunicación en todas las direcciones
La comunicación en todas las direcciones es la comunicación que acelera los procesos de comprensión, pues permite que confluyan las diferentes necesidades, por lo que posibilita lograr la alineación de la organización hacia el propósito.
Dicho de otro modo, que la comunicación se dé en todas las direcciones permite que las personas comprendan el propósito, lo abracen y quieran formar parte del equipo que lo hace posible en el mercado.
