Tu matriz de Covey actual y nuestra más honesta recomendación de lo qué deberías encontrar en ella.

Ser ingeniera informática me ha permitido vivir la evolución de la tecnología, digamos, desde la base. Observar sus efectos tanto en el entorno profesional como en la sociedad. Y el hecho de ser de la...

Ser ingeniera informática me ha permitido vivir la evolución de la tecnología, digamos, desde la base. Observar sus efectos tanto en el entorno profesional como en la sociedad.

Y el hecho de ser de la segunda promoción de la Universidad Politécnica de Barcelona significa que la evolución vivida se ha dado a base de numerosos y potentes cambios, pues ha llovido bastante desde entonces.

Quizás por eso me resulta fascinante el momento en el que estamos ahora, en el que la tecnología se está instalando como un aliado imprescindible en organizaciones y hogares.

Y a nivel organizacional, su espectro es tan amplio que nos permite desde su aprovechamiento para ofrecer productos y servicios que mejoran la calidad de vida de las personas, hasta su utilidad a la hora de mejorar la calidad de vida de los profesionales en las organizaciones.

Al pensar en esta evolución y sus efectos, surgen dos cosas importantes para mí:

1) Sea el contexto el que sea, casa o trabajo, mi filosofía siempre ha sido: “si lo puede hacer una máquina, ¿para qué voy a invertir mi tiempo en ello?”.

2) Creo firmemente que las personas tienen un talento extraordinario, todas. Por eso escribí el libro ¡Despierta! Tú tienes talento.

Tenemos en nuestras manos la posibilidad de avanzar hacia un escenario de organizaciones más potentes gracias a la combinación del progreso tecnológico y la expresión sobre ese progreso del talento de las personas, ahora más liberado en tiempo y disponiendo de más y mejores herramientas.

Pero esta situación ideal y, casi podríamos decir, romántica, pone en jaque el talón de Aquiles de muchas empresas.

Porque junto a la luz que arroja hacia un futuro como organizaciones y como sociedad que han evolucionado, que son mejores y más felices, nos hace pagar un peaje para el que muchas empresas no están preparadas:

El cambio de mentalidad hacia organizaciones líquidas en las que se comprende y vive la expresión y desarrollo del talento como medio de supervivencia, evolución y crecimiento.

Adoptar las posibilidades que nos brinda la tecnología y basar nuestra diferenciación y valor como organizaciones en el talento de las personas que las forman, no es una opción, es la única vía cuando las empresas que indican el camino al resto (Google o Netflix, por ejemplo), ya hace tiempo que se mueven por ella.

Si la tecnología se ocupa de aquello que puede ocuparse la tecnología, entonces las personas debemos ocuparnos de aquello de lo que no puede ocuparse la tecnología:

el valor generado a partir de nuestros talentos, tanto el que aporta cada uno por separado como el que somos capaces de generar con su combinación.

Es una perspectiva que hoy destaca no por aportar novedad – que no lo hace – sino por su carácter de urgencia.

Este posicionamiento que las empresas deberían adquirir internamente, esta aceptación de la necesidad y cambio de mentalidad, debería estar en el cuadrante de temas importantes y urgentes de toda organización.

Por todo lo expuesto, ante la revolución tecnológica en la que nos encontramos, observamos:

El talento de las personas está al alza.

Y así hemos de comprenderlo.

El talento es, y será, lo que sabrá utilizar la tecnología con sentido común.

El mismo sentido común que nos permita utilizarla para mejorar como sociedad.

La perspectiva que las empresas necesitan para afrontar este cambio de mentalidad, esta transformación, con éxito, es esta:

El para qué, el valor que puede aportar la tecnología, se lo damos las personas.

Por eso, las personas están por encima de la tecnología.

El crecimiento y potencia que podamos alcanzar como organizaciones radica en el hecho de que los seres humanos somos superiores a las máquinas en nuestra capacidad de:

  • pensar
  • reflexionar
  • imaginar
  • crear

y en definitiva, de poner nuestro talento al servicio del mundo.

Comprendiendo de qué va esta transformación profunda y elevando al máximo el talento individual y colectivo, no habrá máquina que nos supere, al menos en algunas décadas.

Se trata de poner el talento en acción y llevarlo un paso más allá:

  • trabajando de forma colectiva,
  • generando sinergias que den fruto a ideas rompedoras
  • e impulsando cada vez más la diversidad de talentos para lograr soluciones inimaginables gracias a esa inteligencia colectiva correctamente encauzada.

Y si además sumamos a esa inteligencia colectiva la inteligencia artificial, daremos paso a avances en estos momentos impensables para nosotros, pues aún hemos de madurar otros estadios.

Las personas tendremos más oportunidades gracias a la tecnología en muchos aspectos de nuestra vida.

Por supuesto, y esto es algo que preocupa a las personas individualmente pero también a las organizaciones con estructuras tradicionales que aún no ven claro el nuevo formato ni cómo adaptarse a él, un cambio implica destruir y crear puestos de trabajo. Ha sucedido en todas las épocas.

¿Cómo se hicieron las pirámides de Egipto? ¿Con cuánto sacrificio humano?. Hoy la tecnología permite construir rascacielos sin riesgo y esfuerzos desmesurados de personas.

Y dudo mucho que ninguno de los que estamos aquí quisiéramos volver atrás en este sentido si nos dieran la oportunidad.

En mis inicios profesionales en tecnología, me dediqué a implantar los primeros programas de facturación y contabilidad para pymes. Recuerdo cómo en ese momento, un ordenador con un programa de facturación gestionado por una persona llegó a sustituir 15 puestos de trabajo de personas que realizaban las facturas en máquinas de escribir.

Tampoco es que haga siglos de aquello.

Se destruyeron unos puestos. Se crearon otros. Y las personas pasaron a ser más valoradas por sus capacidades para mejorar y aprender, necesarias para aportar el valor que la tecnología no era capaz de crear.

Echemos un poco la vista atrás.

¿Qué tecnología hubiera inventado por sí misma una red social mundial, el marketing digital o el big data? Y a su vez, cada uno de estos ejemplos significó la generación de miles de nuevos puestos de trabajo. Algunos relacionados con más tecnología, pero otros muchos, no (creativos, diseñadores, redactores, financieros, comerciales…).

No es una destrucción, es una evolución… si acompañamos a las personas en esta transformación profesional.

No tiene que sorprendernos.

Tenemos que saber dónde estamos y dónde queremos estar, pues el progreso es imparable y, insistimos, la adaptación de las organizaciones, urgente.

Disponemos de los siguientes datos: en la década del 2020 al 2030:

McKinsey Global Institute (MGI), la Universidad de Oxford y el Banco Mundial afirman que entre 400 y 800 millones de trabajadores podrían ser sustituidos por automatizaciones en el 2030.

En España el 50% de los trabajos aún no se han creado, según IDC Future of Work 2019 de IDC Research España.

El cambio no es la digitalización, la robotización o sustituir herramientas.

El verdadero cambio es cómo las personas son capaces de crear más valor para sus equipos o clientes, gracias a la tecnología.

El verdadero cambio es:

  • Cómo las empresas integran la tecnología para ofrecer nuevos productos y servicios a sus clientes que satisfagan aspiraciones o aporten soluciones más efectivas.
  • Cómo la integran en sus equipos para incrementar la aportación de talento, pues la tecnología permite que el equipo esté donde sus capacidades aporten más.
  • Cómo las personas aprenden a moverse con soltura en un entorno que les obliga a aprender y desaprender continuamente.

Entender las razones del cambio, ayudarles a comprenderlo, darle sentido al esfuerzo, compartir los argumentos para que sean mejorados, es apostar por la inteligencia colectiva necesaria para asimilar la transformación reduciendo el desgaste personal y acelerando el proceso.

Por todo esto es también una prioridad del primer cuadrante (importante y urgente), que los líderes sean los primeros que experimenten el cambio en su propia agenda y forma de trabajar. Han de ser impulsores y transformadores.

Sin embargo, ante esta tesitura, cabe preguntarse:

¿Cuántos líderes tienen en su agenda espacio para innovar?

¿Cuántos líderes tienen en su agenda espacio para reflexionar?

¿Cuántos líderes tienen en su agenda espacio para trabajar colectivamente con su equipo, sus colegas, con externos?

¿Cuántos líderes han introducido dinámicas de trabajo con tecnología?

Y así, podría seguir formulando preguntas…

Lo decimos siempre, en todo cambio, el líder debe liderar el cambio.

Por eso, si eres líder de un equipo, área u organización, te invitamos a reflexionar:

¿Qué estás haciendo como líder para integrarte e integrar a tu equipo, área, empresa, en este progreso repleto de oportunidades?

Cuando decimos en Las Grandes Ideas de la Empresa Líquida, que la Digitalización no es suficiente, hay algo que no solemos remarcar. Y es que la digitalización, en sí, es completamente insuficiente.

La riqueza de la tecnología se halla, tal y como hemos querido destacar hoy, en la potencialidad que le otorga la capacidad del ser humano.

Lo interesante, la diferenciación, lo nuevo, lo mejor, está siempre en el talento despierto y en acción de las personas.

Las empresas que vean antes que las demás este valor, y lo pongan en funcionamiento, jugarán la partida del nuevo contexto con una muy destacable, mayor, ventaja competitiva.

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