El ministerio de entornos VUCA echa el cierre a los departamentos de innovación.

Una newsletter para contarte por qué en una organización la innovación es cosa de todos, literalmente. Invierno, las 8 de la mañana. Es algún día entre semana y el polígono hace un par de horas que observa...

Una newsletter para contarte por qué en una organización la innovación es cosa de todos, literalmente.

Invierno, las 8 de la mañana. Es algún día entre semana y el polígono hace un par de horas que observa cómo sus calles vuelven a la actividad propia del día.

De entre todos los edificios, me intereso por el gigantesco y gris que se ve desde la entrada. El de aspecto frío e industrial que alberga en su interior uno de los laboratorios más importantes de la región.

Con cuentagotas, como desde hace unos meses, recibe a algunos de los empleados que a pesar de las restricciones por la pandemia deben continuar acudiendo para realizar sus tareas desde el centro.

En su interior, en la antesala al laboratorio, una joven Marta, doctorada en investigación biomédica, ha llegado pasadas las 7:45 y se prepara para empezar una nueva jornada.

Se pone la bata, la mascarilla, coge sus gafas de protección, y entra en su lugar favorito. El olor a producto químico es intenso y se cuela a través de la mascarilla, pero eso le gusta, está donde quiere estar.

Empieza una nueva jornada de búsqueda de nuevas formas, caminos y alternativas que les permitan aportar a las personas un antitusivo mejor.

Justo un piso por debajo y en el mismo momento, Manuel teclea en su ordenador como si no hubiera un mañana.

También ha llegado muy pronto. Está emocionado porque por fin ha dado con la forma de organizar la información e ideas que su equipo ha empezado a recopilar y utilizar desde hace dos meses, cuando decidieron convertirse en un equipo más eficiente.

Toca traspasar su propuesta al papel y convertirla en un proceso estandarizado que comunicar e implantar en el equipo.

Sabemos que al final del día, Marta y Manuel, felices y satisfechos tras su jornada laboral,  se encontrarán a la salida. Ella tropezará justo delante de él y cuando Manuel le ayude a levantarse, ambos se enamorarán y serán muy felices juntos.

Cosas de tropiezos…

Sin embargo, y aunque estas cosas también pasan en nuestras empresas hechas de personas, en realidad esa no es la parte de la historia que queríamos destacar ahora.

Nos interesa más la parte en la que los pequeños pasos para un empleado suponen un gran paso para toda la organización.

Y es que, con las innovaciones del día de hoy en producto y en procesos, Marta y Manuel están contribuyendo a hacer que toda la empresa pueda crecer y ganar un posicionamiento como referente en el sector.

Y no es que lo sepamos porque el futuro nos lo chiva a través de una perfecta bola de cristal. Es más bien que ese es el efecto natural, lógico y racional de la incorporación de la innovación en cualquier organización.

La realidad es que, de manera más o menos consciente, la innovación se rescata en todo momento como el gran elemento diferenciador en la actualidad.

Pero, ¿por qué ha adquirido la innovación este papel?

Porque la innovación se ha convertido en la respuesta al entorno en el que ahora lidiamos.

Estando envueltos en una auténtica carrera de progreso a gran velocidad,

buscamos – porque lo necesitamos – :

  • la diferencia
  • algo nuevo
  • algo que nos ayude más y mejor
  • la personalización

Entonces, la innovación se convierte para la empresa en su estrella polar.

Ahora, ¿innovar es solo crear productos y servicios?

Innovar es, y cito literalmente la definición de la Real Academia Española:

Mudar o alterar algo, introduciendo novedades.

Por eso, siempre que se introduzca una novedad, algo nuevo, algo que nunca antes se había realizado exactamente de esa forma, estamos innovando.

Y por eso, no solo Marta innova en el laboratorio. También Manuel lo está haciendo en su escritorio, y todo su equipo cuando buscan y encuentran nuevas maneras de ser más eficientes.

Esto, precisamente, es lo que llamamos Innovación laboral. Y esto, precisamente, es de lo menos potenciado, explotado y aprovechado en la mayoría de organizaciones. Una oportunidad perdida.

La innovación es mucho más que crear nuevos servicios o productos en el mercado.

Por eso se puede – y se debe – innovar en cualquier lugar de la organización y en diferentes ámbitos: procesos, métodos, dinámicas de trabajo, estructuras, productos, servicios… e incluso en los modelos de negocio ¿Por qué no?

Y es más que aconsejable hacerlo observando el funcionamiento de la empresa en su globalidad.

Me explico.

Imagínate que pudieras observar a tu organización en su totalidad como si estuvieras viendo una película. Y ver de cerca y comprender no solo todas las partes, sino también las relaciones y conexiones entre ellas.

Se trataría entonces de ir detectando en qué punto concreto las cosas pueden optimizarse para mejorar el rendimiento o resultado global.

Por ejemplo:

  • Innovando en un proceso que permita reducir un 30% el tiempo de packaging consigues tener un mejor tiempo de respuesta de servicio al cliente.
  • Innovando en el sistema de archivo documental con un sistema inteligente que te permita localizar en 30 segundos cualquier información de la compañía, para cualquier área.
  • Innovando en la forma de entrega del producto al cliente que genere una mayor satisfacción y percepción de valor por su parte, para que te conviertas en su favorito.
  • Innovando en…

La lista podría ser infinita si desechamos la idea obsoleta de que innovar es solo crear nuevos productos o servicios al cliente.

Todas esas innovaciones lograrán hacer de tu compañía una empresa imparable y sin límites.

Porque si innovas partiendo de ese punto que prioritariamente debes mejorar, entras en un maravilloso impulso de mejora continua. Lo que les sucede a las empresas que incorporan la innovación en sus rutinas diarias es que se convierten en empresas que están en continua evolución.

Esas empresas aportan soluciones que nadie se espera y que, en general, adoptamos rápidamente.

Nos ayudan, nos reconfortan o, simplemente, nos hacen la vida más fácil, porque logran que sus clientes se sientan más satisfechos.

La empresa que vive la innovación en su ADN, triunfa.

Y, ¿cualquier empresa puede ser innovadora?

Me atrevo a decir que sí.

Si el equipo humano que la forma adquiere la innovación como parte de sus valores y cultura, la empresa será innovadora.

Porque no estamos hablando de tener genios en la compañía, o de  tener los mejores profesionales del mercado que, en ambos casos y sin duda, podrían acelerar el proceso.

Se trata de que innovar, al igual que comunicar, liderar o colaborar, es una habilidad que se puede entrenar.

Y este punto es crucial.

Aunque existen metodologías para innovar, lo más-más-más importante, es tener personas y equipos entrenados para ello.

Es decir, personas y equipos con la mentalidad despierta, activa, abierta y creativa, para ello.

Las metodologías, como las herramientas, son útiles hasta cierto punto. Lo que realmente las hace valiosas es la capacidad que tienen las personas de darles valor en su aplicación para obtener resultados.

Piensa en esto: tienes el carnet de coche, por tanto sabes cómo se conduce un coche, pero… ¿podrías conducir un ferrari recién sacado tu carnet?

Tal vez sí… aunque ¿serías capaz de obtener el máximo rendimiento del ferrari?

Ahí creo que estaremos de acuerdo en que no.

«Si transformas tu pensamiento,transformas tu comportamiento»

Esta es mi frase favorita y la que nos caracteriza en Kainova.

Una persona y un equipo pueden innovar si creen que son innovadores, si aprenden a pensar en términos de innovación, si incorporan, como cualquier otro hábito, la innovación en su día a día.

¡Y eso se puede conseguir!

Despertando la curiosidad.

Aprendiendo a probar y equivocándose. Asumiendo que cada error es parte del camino para innovar.

Aprendiendo a aprender.

Estimulando la mente para generar conexiones de ámbitos diferentes.

Aprendiendo a ser un cazador de ideas.

Aprendiendo a asumir riesgos.

Confiando en las ideas que surjan y dándoles una oportunidad.

En síntesis:

Aprender a pensar diferente te llevará a innovar.
Entrenarte y entrenar a toda tu organización en pensar diferente, te llevará a innovar.

Y el cambio, el aprendizaje, el progreso, es real.

Así lo expresaba uno de nuestros participantes después del entrenamiento:

«Tengo el reto de explorar, salir de mi carcasa para ser explorador, recoger inputs, abrir la mente y no solo estar abierto a lo que hacen en mi sector, sino ir más allá. Hay todo un mundo por descubrir del cual se puede aprender muchísimo.»

El valor de desarrollar la capacidad de innovar en cada persona de tu empresa está en la obtención de una fuente ilimitada de nuevas ideas para solucionar problemas y generar propuestas de un modo diferente. Cuando además, estas ideas se trabajan de forma colectiva, su valor y rentabilidad se elevan exponencialmente.

Cuando las ideas brotan en cualquier punto de la organización y el equipo es capaz de explorarlas, surgirán ideas brillantes y revolucionarias.

Será un motor incombustible de avance en la organización.

Como nos decía un cliente tras observar la transformación en sus managers:

«El resultado es un empoderamiento profesional, han aprendido a salir de la zona de confort constantemente, han perdido el miedo a probar y se arriesgan. Han comprendido que se aprende de los errores. Y eso les ha dado mayor confianza en sí mismos. Se sienten preparados para afrontar retos.»

Un último punto a destacar ante el reto de inyectar la innovación en el ADN de una organización:

Existen, como base para todo CEO y directivo, tres principios que no debemos olvidar:

  1. Toda empresa puede ser innovadora.
  2. Toda persona puede desarrollar la habilidad de innovar.
  3. La nueva economía, el nuevo contexto empresarial, exige ser innovador constantemente.

Precisamente, en relación a este tercer punto, conversaba hace poco con el CEO de una pyme, y me comentaba que tenían los días contados si no hacían algo.

Resultaba que dos frentes distintos se estaban apoderando de su sector y por tanto, de su cuota de mercado.

Estaban por un lado, surgiendo startups ofreciendo lo mismo en cuanto a prestaciones, pero con más atractivo, mejor usabilidad, omnicanal y con un precio muy inferior; por otro lado, estaban las grandes corporaciones que se habían visto atraídas por el sector.

¿Cuál era (es) su problema realmente? No tienen la agilidad que tienen las startups ni la capacidad financiera de una gran corporación.

Pero, ¿y si esta pyme aprovechara su ventaja en know how y experiencia respecto de una startup, y la mayor agilidad que puede tener respecto de una gran corporación y añadiera a este combinado «innovación»?

¿No podría entonces defender su espacio ante esos duros competidores jugando con una ventaja real, a la altura de las circunstancias?

Claro que sí.

Lo cierto es que como ella, existirán muchas en los próximos años cuya apuesta más segura para mantenerse en el partido es una:

Invertir en las personas de su equipo para que tengan la capacidad de dar respuesta innovando y siendo ágiles, única vía de adaptación factible para el entorno de cambios  frenéticos en el que vamos a vivir.

La innovación en las organizaciones es uno de los puntales de la Empresa Líquida, porque sin innovación - y sin mentalidad innovadora - no es posible encontrar la agilidad que el entorno nos exige.

Cuando ventas se ve obligada a cambiar su formato de trabajo, cuando la comunicación con los compañeros ya no es presencial, cuando no es posible realizar la dirección de proyectos a la antigua usanza... es necesario innovar y encontrar nuevas formas de continuar adelante.

Por eso hoy, en las Grandes Ideas de la Empresa Líquida, hemos querido abordar este tema y observarlo más de cerca. Porque es habitual encontrar empresas en las que este potencial permanece dormido debido a la inacción para el desarrollo de esta habilidad imprescindible causada por una interpretación poco precisa del propio término.

Aunque la transformación a una mentalidad innovadora no es algo que se produzca de la noche a la mañana y sin una buena guía de acompañamiento, te invitamos a hacer una prueba en tu equipo o área para comprobar el potencial de ese activo dormido. Plantéate ¿qué podríais hacer mejor? ¿Qué ideas surgen para generar esa mejora? ¿Cuál es el plan de acción para aplicarla?

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